INDEPENDIENTES DEL PERÙ

Publicado el 9 de Abril, 2008, 20:16

...Aquí, quien prestaría dinero a los pobres sin que este pensando si se lo va a devolver o no?, aqui nos falta confiar en el otro y el otro no hacerse "el vivo". Algunos, no es que no quieran pagar, a veces, la situación económica por la que atravezamos no permite cumplir y ser puntuales en nuestros prestamos crediticios. Apostemos por confiar en el otro, muchos lo necesitan y lograremos avanzar dandonos la mano. Hoy por ti, mañana por mi......

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El banquero de los pobres

Comenzó prestando 27 dólares a un grupo de pobres y terminó concediendo 6.600 millones de dólares en microcréditos a través de Grameen. Ahora, el premio Nobel apuesta por la empresa social.

07-04-2008 - Las cifras hablan por sí solas de su extraordinaria historia.En 1974, un profesor de Económicas de la Universidad de Chittagong, en Bangladesh, prestó 27 dólares a un grupo de aldeanos sin recursos.Luego creó el Banco Grameen, para garantizar que los pobres tuvieran acceso a préstamos. A lo largo de los 34 años siguientes, ha desembolsado 6.600 millones de dólares distribuidos en pequeños microcréditos concedidos a personas que viven en la pobreza.El año pasado, solicitaron préstamos 7,4 millones de particulares, el 98% de los cuales eran mujeres. La mayor parte del dinero que presta se destina a actividades que generan beneficios, como la venta ambulante o la agricultura. En 1984, Grameen comenzó a suscribir microcréditos para construir y reparar viviendas; desde entonces se han edificado un total de 649.714. El banco ofrece también préstamos a estudiantes y proporciona 50.000 becas para escolares.

Mohamed Yunus se ha convertido en uno de esos seres excepcionales e idealistas cuyo trabajo ha transformado las vidas de millones de pobres. Su banco ha sido objeto de imitación en todo el mundo.Ante semejante logro, la única sorpresa que suscitó el que Yunus y el banco Grameen obtuvieran el Premio Nobel en 2006 fue que a los noruegos les hubiera costado tanto tiempo incluir en su registro de galardonados uno de los éxitos más asombrosos en materia de desarrollo de las últimas décadas. Sin embargo, Yunus, que ahora tiene 67 años, es un hombre inquieto y ha concebido una nueva idea que espera que resulte tan exitosa como las microfinanzas: la empresa social.

Su idea es que las multinacionales reserven fondos para gestionar empresas sin ánimo de lucro, y que luego unos fondos de inversión social y unos mercados de valores sociales comercialicen los productos. Argumenta que el problema del capitalismo es su rígida distinción entre las empresas que persiguen beneficios y las organizaciones benéficas que buscan el bien. Lo que propone es una fórmula triangular: la mentalidad innovadora y dispuesta a asumir riesgos de los hombres de negocios combinada con los objetivos sociales de una ONG.

La idea no es original, pero la influencia de Yunus anima el partido. Primero, porque insiste en que todos los beneficios deben ser reciclados; y, segundo, porque puede llevar su mensaje a lugares donde nadie más puede hacerlo.

Hasta el ejecutivo más duro y receloso hacia cualquier petición de dinero no puede menos que sentirse impresionado por lo que Yunus ha conseguido. Vende su mensaje con un pragmatismo tranquilo y una comprensión tan diáfana de la vida de los pobres como de las estructuras del capitalismo. Se trata de una combinación de idealismo y pragmatismo que podrían recoger tanto los políticos ansiosos por recortar el estado del bienestar como los hombres de negocios que deseen mejorar su imagen. Y, por qué no, dice Yunus, que sostiene que el negocio social podría proporcionar cualquier tipo de servicio, entre ellos la sanidad o la educación.

Si esto de la empresa social suena un tanto vago, su nuevo libro, Creando un mundo sin pobreza: la empresa social y el futuro del capitalismo, está escrito con la intención de que parezca muy sencillo. Está orientado hacia el mercado de bestsellers de los aeropuertos, pero con una diferencia importante: este libro es para quienes sientan remordimientos de conciencia en un vuelo de larga distancia. Yunus se dirige a este sector de la población: el que participa de la creciente sensación de incomodidad que se observa, incluso, entre los capitalistas devotos que dirigen un sistema económico que condena a una gran parte de la población a la miseria absoluta.

Empresas sociales

Yunus recuerda la iniciativa que tuvo Warren Buffet en 2006 cuando donó 3.100 millones de dólares en acciones a la Fundación Gates.«Podía haber creado una empresa social para financiar el seguro sanitario a los 47 millones de estadounidenses que no lo tienen», dice. «Hay mucha gente que quiere oír lo que tengo que decirles, en particular jóvenes ejecutivos; lo llevan en su corazón, pero no han tenido la oportunidad de ponerlo en práctica», añade.

El banquero ya está en negociaciones con multinacionales para crear empresas sociales, entre ellas Veolia y otra no identificada de tecnología de la información, de la que dice que transformará las vidas de los pobres de Bangladesh.

El prototipo de su modelo de empresa social es la sociedad que mantiene con Danone. Puede parecer una pareja inverosímil, pero Yunus habla en términos muy elogiosos de cómo ambas han colaborado para producir un yogur nutritivo y barato que una red de mujeres con bajos ingresos se dispone a vender en Bangladesh. Cumple con el fin social de mejorar la dieta, especialmente la de los niños pobres y el de proporcionar un sustento a las mujeres, pero también con los objetivos de Danone de llevar su marca a los países en vías de desarrollo y mantener su reputación. ¿Es, entonces, un acuerdo en el que ganan todos? Yunus recalca que lo es, pero una no puede menos que observar con cierta preocupación que la historia que ha terminado retratando el libro de Yunus es el sueño de cualquier empresa.

Madeleine Bunting / The Guardian

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