Cuando los niños son victimas de la guerra. _______________________________________
Salvar al soldado Omar
Omar Khadr fue capturado en Afganistán en julio de 2002. Los
abogados dicen que jamás un niño ha sido juzgado por crímenes de guerra
28-01-2008 - Nadie debería haber sobrevivido al
martilleo de aviones norteamericanos cerca de Khost, en Afganistán, el
27 de julio de 2002. El edificio en el que se habían atrincherado los
yihadistas quedó reducido a escombros. Sin embargo, cuando soldados
norteamericanos iban a ocupar la posición, una granada surgió de
repente y mató a un sargento de 28 años. Entre las ruinas capturaron a
Omar Khadr, de 15, herido de gravedad. Tras pasarse la adolescencia y
parte de la juventud encerrado en Guantánamo, Omar está acusado del
asesinato del sargento y ha de comparecer el 4 de febrero ante un
tribunal militar, cuando ya ha cumplido 21 años de edad.
Los letrados que se ocupan de los procesos de Guantánamo decidieron
"internacionalizar" la defensa de Omar. Uno de ellos se encaminó a
París en diciembre para pedir apoyo a Robert Badinter. El hombre al que
buscaba es un jurista de prestigio en Europa: ministro de Justicia con
François Mitterrand -la época de la abolición de la pena de muerte en
Francia-, presidente del Constitucional y senador, en la actualidad.
"Les dije: de acuerdo", cuenta Badinter, al teléfono desde su despacho
en París. "Se trataba de preparar un escrito sobre un punto preciso, el
derecho internacional de los menores. Comprendí que Omar Khadr, que
tiene nacionalidad canadiense, es un niño soldado de Al Qaeda. Y en
tanto que tal, haberle internado en Guantánamo, despojarle de cualquier
derecho y juzgarle como si fuera un 'enemigo combatiente voluntario' es
incompatible con las garantías mínimas reconocidas por las naciones
civilizadas".
Se ha visto a otros muchos niños enrolados por grupos armados: en la
Camboya de los Jemeres rojos, en ciertas guerras africanas. Pero todas
las acciones penales lo son contra los responsables de hacerles
participar en los conflictos armados, "y no contra los niños soldado en
sí mismos", sostiene Badinter. "Jamás una jurisdicción penal
internacional ha exigido la responsabilidad de un niño soldado. Omar
Khadr no es un combatiente voluntario; ante todo es una víctima".
El escrito en cuestión aparece firmado también por otros 17 juristas,
entre ellos el español Gil Carlos Rodríguez Iglesias, ex presidente del
Tribunal Europeo de Justicia. Afirma que los menores deben ser juzgados
por jurisdicciones "integradas por jueces cualificados y según un
procedimiento adaptado", exigencia "reconocida y respetada por los
Estados Unidos". Y recuerda que la convención sobre los derechos del
niño enuncia: "Ni la pena capital, ni la cadena perpetua sin
posibilidad de liberación deben ser pronunciadas para las infracciones
cometidas por personas menores de 18 años".
Éste es el caso de Omar. Con tales argumentos, los abogados piden la
anulación del proceso de Guantánamo. Arguyen que si el tribunal militar
confirma su autoridad sobre Omar Khadr, será el primero en la historia
occidental que juzga a un niño por crímenes de guerra. Ni siquiera
discuten la vinculación del chico a la organización de Bin Laden, que
comenzó cuando sólo tenía 11 años.
¿Quién forzó a Omar a combatir? ¿Cómo un niño canadiense de 11 años
entró en Al Qaeda? Responder a estas preguntas exige bucear en la
historia familiar. Sobre todo en la de su padre, Ahmed Saïd Khadr,
casado con una palestina, que se instaló en Canadá en los años setenta
y organizó colectas de fondos para una asociación musulmana,
oficialmente dedicada a ayudar a los refugiados y huérfanos afganos
provocados por la represión soviética en su país. En 1988 se marchó con
su familia a Peshawar (Pakistán), cuando Omar tenía dos años.
El padre fue detenido en 1995, sospechoso de haber financiado un
atentado en Pakistán, en el que murieron 17 personas. Al salir de la
cárcel, se llevó a la familia a Afganistán. Los talibanes estaban
apoderándose del país. "La familia Khadr vivió con frecuencia en el
campo de base de Osama bin Laden y los hijos fueron enviados a campos
militares de Al Qaeda", se lee en el documento jurídico.
Fue así como Omar participó en las luchas contra las fuerzas de Estados
Unidos, que ocuparon Afganistán en respuesta a los atentados
terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas y el
Pentágono. Uno de sus hermanos fue detenido en Kabul por la Alianza del
Norte (grupo que se oponía a los talibanes). Los dos fueron a parar a
Guantánamo. Pero mientras el hermano de Omar quedaba en libertad a
finales de 2003, él ha seguido en manos norteamericanas.
Los interrogatorios y malos tratos comenzaron en un hospital militar
donde pasó los primeros meses tras el arresto, siempre según sus
abogados. Su conocimiento de campos de Al Qaeda y el hecho de ser hijo
de un personaje de esta organización terrorista pudo convertirle en
objeto de interés para los servicios de inteligencia norteamericanos.
El padre murió en 2003, cuando Omar llevaba ya un año en Guantánamo,
donde entró al poco de cumplir los 16. No tuvo posibilidad de ver a un
abogado hasta dos años después de su internamiento en la base, periodo
en el que ha descrito palizas, sofocamientos, amenazas de violación o
encadenamientos "como se amarra a un jabalí", explica el documento
mencionado.
En 2006 iba a ser juzgado. Pero el Tribunal Supremo de Estados Unidos
decidió que el presidente Bush había rebasado sus poderes, al instituir
tribunales militares sin el acuerdo del Congreso, que violaban las
convenciones de Ginebra y la propia ley norteamericana. El juicio fue
suspendido, pero el proceso sigue adelante, tras una regularización
legal de tales tribunales.
No es fácil que las autoridades de Guantánamo queden demasiado
impresionadas por la intervención de celosos defensores de los derechos
humanos. En todo caso, ellos insisten: "La causa de la libertad jamás
se defiende violando los principios de la libertad".
JOAQUÍN PRIETO El Pais
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