La sociedad civil esta ganando la batalla, ahora con el TLC, veremos cuales son esas leyes que el Dr. García va a proponer para viabilizar este TLC, el tema de las patentes, era un tema que tenía que tocarse con mucho cuidado, antes del término del mandato de Toledo, habían 6 laboratorios norteamericanos que estaban en litigio con el gobierno Peruano, de la noche a la mañana Toledo ni los nombro, y puso fin a estos juicios; en tal caso, esto también sería un tema de investigación, igualmente en la mesa de negociaciones; un negociador se paso a las filas de los estadounidenses en plena negociación de este Tratado.
En los últimos acuerdos de la OMC, en el 2005 en Hong Kong, los países no avanzaron acerca de los temas de DOHA, por lo que esperamos que Brasil, siga ganando la batalla , y sentando precedentes en América Latina.
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La farmacocracia comienza a ceder
El 85% de la humanidad no puede pagar sus medicinas. Gracias
a la presión de la sociedad civil, a los medicamentos genéricos y a
resoluciones judiciales dictadas en algunos países emergentes que
tratan de hacer efectivo el derecho a la salud, las farmacéuticas
empiezan a rebajar los precios en los países más pobres.
21-12-2007 - Desde hace más de una década se
conocen los tratamientos necesarios para que los enfermos de sida
puedan llevar una vida casi normal. A pesar de que se ha convertido en
una enfermedad crónica en los países del Norte, gracias al avance en la
investigación de antirretrovirales, más de dos millones de personas
mueren cada año a causa del sida, la mayoría en países pobres.
Uno de los efectos del poder que ejercen las multinacionales
farmacéuticas, capaces de decidir qué enfermedades y qué enfermos
merecen curas. Empresas que anteponen sus intereses comerciales al
derecho a la vida que tiene todo hombre. Imponen la “ley del dinero”,
porque sólo quien tiene dinero para pagar puede obtener los
medicamentos que necesita para combatir sus enfermedades.
Esta forma de poder, conocida como farmacocracia, es consecuencia de la
globalización de la pobreza y del imparable crecimiento de las
desigualdades. En un mundo con 2.000 millones de personas que viven con
menos de 1,5 euros al día, la lógica del mercado con la que actúan
estas empresas deja sin medicamentos al 85% de la humanidad que no
puede pagar sus fármacos.
La industria farmacéutica trata a los enfermos en función de sus
posibilidades económicas. Las personas que viven en los países del
Norte, el 15% de la población mundial con mayor nivel y esperanza de
vida, consume el 90% de los medicamentos.
La causa de esta diferencia entre el consumo de medicinas entre ricos y
pobres la podemos encontrar también en el dinero que las farmacéuticas
dedica a las enfermedades de unos y de otros. El 90% del presupuesto
dedicado por las farmacéuticas para la investigación y el desarrollo de
nuevos medicamentos destina a enfermedades que padecen sólo un 10% de
la población mundial. De 163 moléculas aprobadas entre 1999 y 2004,
sólo tres eran para las conocidas como enfermedades olvidadas.
Las multinacionales se escudan en el gran coste que supone para ellos
el proceso de investigación y de distribución de las medicinas. Pero
las organizaciones sociales critican el sobrecoste que la publicidad y
la comercialización producen en el precio de los medicamentos. No se
pide la gratuidad de los medicamentos para todo el mundo; sólo que los
más pobres no tengan que pagar más que el precio de coste, que sean los
ciudadanos de los países ricos quienes paguen los beneficios económicos
que pretenden los accionistas de estas empresas a cambio de que los
2.000 millones de personas que no tienen acceso a medicinas puedan
tratar sus enfermedades.
Gracias a la presión ejercida por la sociedad civil, a la competencia
de los medicamentos genéricos y a resoluciones judiciales dictadas en
algunos países emergentes que tratan de hacer efectivo el derecho a la
salud, la industria farmacéutica ha comenzado a ceder.
En el año 2003, en Doha, la Organización Mundial del Comercio (OMC)
admitió el derecho de un país a saltarse la patente de un medicamento,
que pertenece a la compañía que lo descubre durante 20 años, en caso de
“emergencia humanitaria”. Desde entonces, países como Brasil e India no
han respetado la patente de medicamentos cuyo precio era muy elevado y
han ganado en los tribunales las demandas interpuestas contra ellos por
Merck y Novartis. Los tratamientos contra el sida, que en el Norte
cuestan 8.000 euros al año, se pueden encontrar en estos países a menos
de 300 gracias a la victoria judicial y al uso de genéricos. Esto, a su
vez, ha obligado a las empresas farmacéuticas a reducir los precios.
Las leyes del mercado les han obligado a comercializarlos a precio de
coste.
La salud de las personas gana terreno al beneficio económico de unos
pocos. Los precios caen ante la presión ejercida por aquellos que
reclamamos el derecho a la salud que tiene todo ser humano, por rico o
pobre que sea. Este derecho, reconocido en la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, se desprende del derecho a la vida. Pequeñas
victorias de la sociedad civil, como las que se están consiguiendo en
el campo de la salud, nos animan a seguir en nuestra tarea de denunciar
la injusticia.
Alberto Sierra CCS
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