Se abre la sesión a las once y cinco minutos de la mañana.
El
señor PRESIDENTE: Buenos días. Va a dar comienzo esta Comisión de
Asuntos Exteriores con el único punto del orden del día, que es la
celebración de la comparecencia, a petición propia, del ministro de
Asuntos Exteriores y de Cooperación para informar sobre los sucesos que
tuvieron lugar del 11 al 14 de abril de 2002 en Venezuela. A tales
efectos, le doy la palabra al señor ministro de Asuntos Exteriores y de
Cooperación.
El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y COOPERACIÓN (Moratinos Cuyaubé): Buenos días, señorías.
El
objetivo de esta comparecencia, que el Gobierno ha solicitado a
petición propia, es establecer si faltaron a la verdad las afirmaciones
que realicé el pasado lunes 22 de noviembre en el programa 59 segundos
de Televisión Española, en La 1, sobre los sucesos ocurridos en
Venezuela del 11 al 14 de abril de 2002
Espero en esta
comparecencia aclarar todos aquellos aspectos e interrogantes
relacionados con mis afirmaciones, lo que lógicamente no es posible
hacer en 59 segundos. Soy perfectamente consciente de la importancia
política que tiene demostrar su veracidad. Este país, señorías, no está
dispuesto a consentir nunca más que sus gobernantes le mientan y yo he
venido hoy aquí a decir la verdad. Han distribuido en sala fotocopia de
la transcripción de mis palabras en el programa 59 segundos en relación
con Venezuela. Sus señorías pueden consultarla. Mis afirmaciones fueron
las siguientes? (Rumores.)
El señor PRESIDENTE: Me permite una
interrupción, señor ministro. Aparte de la sorpresa del presidente de
la Comisión, veo también caras de sorpresa en otros miembros de la
Comisión, porque está haciendo usted referencia a un escrito que me da
la sensación que ninguno de los miembros tiene.
El señor
MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Moratinos Cuyaubé):
Entonces la transcripción la leeré yo. En primer lugar, mis
afirmaciones fueron las siguientes: Que hubo un golpe de Estado en
Venezuela, que el embajador español recibió instrucciones del Gobierno
y, en tercer lugar, que el objetivo de estas instrucciones o, mejor
dicho, para evitar juicios de intención, que el efecto de la ejecución
de esas instrucciones y de otras actuaciones fue apoyar el golpe. En
ningún momento acusé al anterior Gobierno español de instigar o
participar en la preparación y ejecución del golpe de Estado. Mis
palabras deben entenderse en el sentido de que por apoyar quise -y
quiero- decir que no condenó el golpe de Estado, que lo endosó y que le
ofreció legitimidad internacional. (Varios señores diputados: ¡Ah, ah!)
Pasaré a demostrar la veracidad de cada una de estas
afirmaciones. Toda la información que voy a utilizar procede
exclusivamente de los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores y
de Cooperación, de las hemerotecas y del "Diario de Sesiones" de esta
Cámara. Señorías, como ustedes saben, existen otras informaciones
públicas de fuentes distintas, pero mis afirmaciones se ciñeron a los
tres puntos antes señalados y, especialmente, a las instrucciones del
anterior Gobierno español. Es por eso que mis explicaciones se
fundamentarán en documentos exclusivamente españoles. Lo exige además
mi sentido de Estado y espero que ese mismo sentido de Estado sea
compartido por sus señorías. Asimismo, me he entrevistado con el
entonces embajador de España en Caracas, señor Viturro de la Torre,
cuya versión de lo acaecido aquellos días he escuchado con atención.
Estoy seguro de que el embajador Viturro actuó siempre convencido de
que las instrucciones que recibió no eran contrarias a su conciencia y
desempeñó sus funciones con celo profesional, con extraordinario celo
profesional. Tal vez podríamos obviar la cuestión de demostrar que en
Venezuela hubo un golpe de Estado, porque existe casi un consenso
generalizado entre todas las fuerzas políticas españolas de que en
Venezuela se produjo un golpe de Estado el 12 y 13 de abril del año
2002.
El entonces ministro de Asuntos Exteriores, señor Piqué,
en declaraciones a Radio Nacional de España el 14 de abril de 2002
señaló que no se podía distinguir entre golpes de Estado buenos y
malos. El portavoz de Asuntos Exteriores del Partido Popular en esta
Comisión, Gustavo De Arístegui, en un primer artículo en El Mundo ese
14 de abril había considerado que la revuelta popular -y cito- del
jueves abre una puerta a la esperanza y saludaba con optimismo al
presidente provisional Carmona. No dudaba, tras su fracaso, de
calificar lo ocurrido de golpe cívico militar en otro artículo
publicado cuatro días más tarde en el mismo diario. Sin embargo, no
podemos obviarlo, porque es importante demostrar que el calificativo de
golpe de Estado es exacto jurídica y políticamente. Es exacto para
designar el pronunciamiento de Pedro Carmona como presidente de la
Junta Cívico Militar en la madrugada del día 12 de abril de 2002 y
exacto también para calificar el llamado decretazo o acta de
constitución del Gobierno de transición democrática y unidad nacional
por el que se designaba a Pedro Carmona Estanga en la tarde de ese
mismo día, 12 de abril de 2002, presidente de la República de
Venezuela. Efectivamente, como señaló el ministro Piqué, no hay golpes
de Estado buenos y malos, afirmación que comparto plenamente.
Señorías,
el anterior Gobierno español dio correctamente ese calificativo de
golpe de Estado a lo ocurrido después de los hechos, cuando se
restableció la legalidad constitucional el día 14 de abril en
Venezuela, pero lo que es cierto es que no utilizó esa calificación de
golpe de Estado públicamente ni el día 12 ni el día 13 ni en la
declaración conjunta ni en la declaración que hizo como Presidencia de
turno de la Unión Europea. El anterior Gobierno interpretó públicamente
lo que estaba sucediendo en Venezuela, es decir, el golpe de Estado,
como un vacío de poder para que pudiese encajar en las previsiones del
artículo 350 de la Constitución venezolana y transformar un golpe de
Estado malo en un traspaso de poderes provisional bueno, dentro de los
marcos legales constitucionales, tras lo cual el régimen golpista de
Carmona podría ser reconocido internacionalmente.
Vayamos a
los hechos. Efectivamente, en un telegrama fechado el día 8 de abril el
embajador Viturro informaba que -y cito- la Confederación de
Trabajadores de Venezuela anuncia con apoyo patronal paro mañana martes
día 9, que podría llegar a ser indefinido. Entretanto, existe riesgo
algunos sectores oposición intenten aprovechar situación para una vez
más incitar a Ejército a derrocar presidente Chávez. Por otra parte
-continuaba señalando-, que exclusión definitiva vía diálogo y despidos
se están realizando ha radicalizado actitud oposición sindicatos y
empresarios que pretenden aprovechar esta ocasión para dar golpe
definitivo a presidente Chávez. Igualmente -señalaba-, circulan rumores
distintos sectores oposición vinculados preferentemente a Bandera Roja
están recibiendo algún tipo de armas para generar en momento y lugar
adecuados -se menciona Universidad Central Venezuela Caracas- situación
caos que pudiera llevar en intención citados grupos a intervención
Ejército, Tierra, Armada y más dividido Aire para restablecer
tranquilidad y llegado el caso establecer Junta patriótica, que
contaría por primera vez con apoyo totalidad partidos oposición.
Termino citación.
Al día siguiente, día 9, una vez iniciado el
paro convocado por la Confederación de Trabajadores de Venezuela, el
embajador vuelve a informar -y cito-: Los rumores de golpe de Estado
militar? -y continua- y se ha confirmado presencia en Caracas del
general Enrique Medina Gómez, destinado en Washington, como
representante de Venezuela en el Comité militar OEA, que goza de gran
prestigio entre Fuerzas Armadas y que se dice podría liderar golpe
cívico militar en unión de Efraín Vázquez Velasco, comandante del
Ejército de Tierra. El embajador concluía subrayando que intervenciones
oficialistas no se recatan en manifestar que no se trata de una huelga
con reivindicaciones laborales o de otro tipo, sino de un intento de
desestabilizar Gobierno y provocar anticonstitucionalmente salida
presidente Chávez.
Cierro citación del telegrama. Es decir, ese
mismo día 9 el Gobierno ya había sido advertido por el embajador que se
podría estar gestando un golpe cívico-militar para provocar -repito
parte del telegrama- anticonstitucionalmente salida del presidente
Chávez.
En un tono cada vez más acuciante, el embajador
Viturro siguió informando con celo profesional en idénticos términos a
lo largo de los días 10 y 11 y a la una de la madrugada del día 12,
después de que se confirmara una veintena de muertos en las
inmediaciones del Palacio Presidencial y se difundieran imágenes de los
francotiradores apostados que supuestamente habían disparado, envió uno
de sus telegramas más elocuentes, en el que concluía, y cito:
Estrategia oposición dirigida a conseguir salida presidente Chávez a
través presión ejército está dando, pues, resultado. Confederación
Trabajadores Venezuela, Patronal, aprovecharon conflictos petróleo de
Venezuela, Sociedad Anónima, PDVSA, para conseguir movilización masiva
población caraqueña, que por su parte -cierra cita-, y quiero ahora
llamar la atención de SS.SS. sobre la siguiente frase, que continúa:
puso ayer tarde muertos necesarios para provocar intervención ejército,
única fuerza en este país frente a debilidad partidos políticos
oposición, capaz de poner fin al Gobierno del presidente Chávez.
Repito: puso ayer tarde muertos necesarios para provocar intervención
ejército, única fuerza en este país frente a debilidad partidos
políticos oposición, capaz de poner fin al Gobierno del presidente
Chávez. Y así fue. De nuevo el embajador Viturro explicaba en la
madrugada hora de Caracas del día 12 de abril el pronunciamiento de la
Junta Cívico Militar presidida por Carmona. Cito: Presidente Carmona,
rodeado de militares, habían conseguido renuncia ex presidente Chávez,
anunció desde el Cuartel General Ejército Tierra fin paro nacional
indefinido y llamó a pueblo venezolano a reanudar actividades vida
normal en la más absoluta calma. Durante negociación con ex presidente
Chávez se acordó que éste decretaría previamente destitución su equipo
ministerial y especialmente vicepresidente República, quien está
constitucionalmente llamado a suceder al presidente República en caso
acefalía del Estado. Sólo tras firma dicho documento, se procedió a que
presidente Chávez firmara su renuncia. De esta forma, repito, de esta
forma se pretende cubrir jurídicamente cambios se están produciendo.
Legitimidad Junta Cívico Militar nombró a Pedro Carmona presidente
Gobierno provisional. Vendría dada en artículo 350 esta Constitución.
Cierro cita.
Señorías, este telegrama informa perfectamente,
sin ambigüedad ni confusión posible, de la trama jurídico-política del
golpe de Estado. Repito y reitero lo que dice el telegrama: De esta
forma se pretende cubrir jurídicamente cambios se están produciendo.
En
ese mismo telegrama, el embajador Viturro explicaba el contenido del
artículo 233 de la Constitución, aunque de manera parcial, al olvidar
que éste también exigía que dimitiesen el presidente y vicepresidente
de la Asamblea Nacional, dando simplemente por buenas las palabras de
los golpistas de que el presidente Hugo Chávez había dimitido tras
cesar ante su vicepresidente, oculto para protegerse, y a todo su
Gobierno. No señaló sin embargo que el artículo 233 de la Constitución
exigía que además dimitiesen el presidente y el vicepresidente de la
Asamblea Nacional. Como sabemos todos, los documentos de renuncia del
presidente Hugo Chávez y el decreto de cese de su vicepresidente y
Gobierno jamás fueron mostrados públicamente por la Junta
Cívico-Militar, y ni han aparecido después. Pero insisto: aunque eso
hubiera ocurrido, el artículo 233 exigía también que dimitiesen de sus
responsabilidades el presidente y el vicepresidente de la Asamblea
Nacional, y les aseguro que tanto nuestra Embajada en Caracas como
nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid existían copias de
la Constitución venezolana de 1999. No sé si se han distribuido también
-pido excusas- copias de estos artículos de la Constitución venezolana.
No cabía, por lo tanto, siguiendo las informaciones del propio
embajador, y con la Constitución venezolana en la mano, malentendido
alguno. Aquello era un golpe de Estado.
Mientras tanto, en
Madrid, el entonces secretario de Estado de Cooperación Iberoamericana,
Miguel Ángel Cortés, según declaraciones propias que recoge el diario
El País en su edición de 24 de noviembre de 2004, y amplía la del 25 de
noviembre, inició contactos para hacer pública la declaración conjunta
sobre Venezuela que les he distribuido. Incluso ha trascendido, a
través de declaraciones públicas de altos funcionarios que participaron
en la elaboración del texto, que la iniciativa de la declaración
conjunta partió del Gobierno español. En dicha declaración se
manifestaba el rechazo a los actos de violencia y se pedía su cese, se
expresaba el deseo de una normalización democrática plena, la
consolidación de las instituciones democráticas con ayuda de la
Organización de Estados Americanos y la convicción de que sólo un marco
democrático estable puede ofrecer un futuro de libertad y progreso al
pueblo venezolano.
Dicha declaración conjunta fue distribuida
después del pronunciamiento de la Junta Cívico-Militar y la detención
por los militares golpistas del presidente constitucional de Venezuela
Hugo Chávez en la madrugada del día 12. Pero antes de que Carmona y la
junta golpista emitiesen el llamado decretazo, designando a Carmona
presidente provisional y estableciendo un Gobierno provisional en
abierta violación del orden constitucional.
¿Por qué era tan
importante esta declaración? Ante todo, porque ponía en cuestión que el
Gobierno del presidente Chávez fuese capaz de asegurar un marco
democrático estable, la plena garantía de los derechos y libertades
fundamentales, el orden público y la seguridad ciudadana. Todos ellos
elementos extraídos precisamente del artículo 350 de la Constitución
venezolana del 99, en el que se afirma textualmente que, cito: El
pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la
independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen,
legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y
garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos.
Este
artículo 350 es clave, como acertadamente había informado antes el
embajador Viturro, porque la legitimidad de la Junta Cívico-Militar
sólo podría sustentarse en él, para a continuación aplicar el artículo
233 y producir así una transición de poderes en el marco
constitucional, porque la Constitución de Venezuela del 99 simplemente
no contempla la posibilidad de vacío de poder, y por eso exige la
renuncia en cadena de hasta cuatro autoridades del Estado.
Señorías,
recordemos para dar continuidad a la línea argumental que el anterior
Gobierno de España sabía que el fundamento jurídico del golpe de Estado
se basaba en el artículo 350 de la Constitución venezolana y que
cualquier posicionamiento internacional de España o de la Unión Europea
daría amparo internacional a las pretensiones de los golpistas.
Además
eran fundamentales porque la Carta Democrática Interamericana, aprobada
por la OEA el 11 de septiembre de 2001 en Lima, que España ha hecho
suya hacía imposible que los Estados miembros pudieran reconocer un
Gobierno surgido de un golpe de Estado, haciendo imposible invocar la
doctrina Estrada. De hecho el embajador y el Gobierno español ni
siquiera se atrevió a invocarla porque sabía que estaba sometida a su
aprobación de la Carta Democrática Interamericana de la OEA. Si la
junta provisional golpista quería ser reconocida por la OEA tenía que
argumentar jurídicamente que se había producido un traspaso de poderes
constitucional y no un golpe de Estado. Como sabemos tras intensos
debates, que comenzaron el día 13 de abril, el Consejo Permanente de la
Organización de Estados Americanos en sesión extraordinaria acabaría
condenando sin ambages el golpe de Estado. Mientras tanto nuestra
embajada en la OEA, que tiene estatuto de observadora, remitió
inmediatamente al secretario general Gaviria copia, tras hacerse
pública de la declaración como presidencia de la Unión Europea emitida
por el anterior Gobierno español en la que se hacía un reconocimiento
implícito del Gobierno provisional golpista.
El ministro
Piqué, según telegrama de nuestra embajada en la OEA fechado el día 13,
habló por teléfono con Gaviria sobre la conveniencia de retrasar la
reunión extraordinaria del Consejo Permanente a la espera de los
resultados de la Cumbre del Grupo de Río que se reunía en San José de
Costa Rica y cito: Evitar asistencia del todavía representante
permanente de Venezuela embajador Jorge Valero, cuya presencia podría
producir situación tensa. Quiero subrayar que también el Grupo de Río
condenó sin paliativos el golpe de Estado el mismo día 12 de abril y
que dicha decisión fue adoptada por los jefes de Estado de los 19
países latinoamericanos antes del decretazo. Asimismo el Gobierno de
Chile cesó a su embajador en Caracas como consecuencia de sus
declaraciones de apoyo a Carmona después del decretazo. Además, cuatro
países a los que se solicitó que se sumasen su firma a la declaración
conjunta se negaron, estamos hablando de México, Brasil, Argentina y
Francia. El entonces canciller mexicano Jorge Castañeda, que no era
precisamente un admirador de Chávez, ha afirmado públicamente que hubo
?y cito- el intento de buscar una declaración que de alguna manera
apoyara, sancionara, avalara el golpe de Estado y reconociera el nuevo
Gobierno. Es una declaración que no procede de un observador distante,
sino del ministro de Asuntos Exteriores de un país que había sido
invitado a sumarse a la declaración. Estas afirmaciones las recoge El
País en su edición de 27 de noviembre último.
El Ministerio de
Asuntos Exteriores español conoció la promulgación del decretazo y la
ruptura de cualquier atisbo de legalidad constitucional con
posterioridad a que se hiciera pública la declaración conjunta que
instaba a los golpistas a preservar las apariencias de legalidad rotas.
Por ello dio instrucciones al embajador Viturro para que se
entrevistase con el autoproclamado presidente Carmona y le subrayara la
importancia de mantener la apariencia de legalidad constitucional,
condición imprescindible para su reconocimiento internacional. Ese
telegrama del embajador Viturro, fechado el mismo día 13 de abril,
comienza con cuatro palabras y cito: Siguiendo instrucciones VE,
vuecencia o vuestra excelencia, repito, siguiendo instrucciones VE. Y
continúa: Fuimos recibidos por el presidente del Gobierno provisional,
Pedro Carmona, y por el ministro de Asuntos Exteriores José Rodríguez
Iturbe. Desde el primer momento puntualizábamos que se trataba de una
gestión de representantes de dos países amigos de Venezuela que por su
parte se consideran amigos del señor Carmona y que la gestión no tenía
por objeto inmiscuirnos en asuntos internos, cierro citación.
Señorías,
antes de continuar con la descripción de lo que ocurrió en esa
entrevista, la primera que concedió a representantes extranjeros el
golpista presidente provisional Carmona tras su destinación por los 50
firmantes del decretazo, permítanme SS.SS. recapitular hasta dónde
hemos llegado en la exposición de los hechos. Primero, en Venezuela
hubo un golpe de Estado el día 12 con el pronunciamiento de la junta
cívico militar que detuvo al presidente Chávez y a los miembros de su
Gobierno. Segundo, este golpe basaba su legitimidad en el artículo 350
de la Constitución que he leído antes y en la veintena de muertos
asesinados por francotiradores. Tercero, la junta cívico militar
anunció que el presidente Chávez había renunciado a su cargo y que el
vicepresidente había abandonado su cargo, sin embargo, no presentó
documento alguno que lo probara. El embajador Viturro envió la versión
de los militares golpistas a Madrid sin contrastarla. Cuarto, a partir
de la condena sin paliativos del Grupo de Río del día 12 al Gobierno
español sólo le quedaban dos opciones, o sumarse a la condena de los
países más importantes de América Latina, o adoptar otra posición.
Quinto, de acuerdo con el artículo 233 de la Constitución bolivariana
la jefatura del Estado correspondía en esta situación al presidente de
la Asamblea Nacional. Éste y su vicepresidente se opusieron al golpe de
Estado y no dimitieron. Es en esas circunstancias cuando la junta
cívico militar decide firmar el decretazo y disolver la Asamblea
Nacional quitándose así cualquier disfraz de legalidad constitucional y
colocándose fuera de la Carta Democrática Interamericana. Si hasta ese
momento se podía hacer una interpretación, por forzada que fuera,
comprensiva de los hechos u alegar un supuesto vacío de poder no cabe
duda alguna que tras el decretazo esta interpretación sólo podría
repugnar a la razón.
Señorías, volvamos ahora tras esta
recapitulación a la entrevista del embajador de España con Pedro
Carmona Estanga presidente provisional golpista tras el decretazo. El
embajador Viturro que se entrevista con el golpista Carmona siguiendo
instrucciones, reitero, siguiendo instrucciones mientras el presidente
constitucional Chávez está retenido por las fuerzas golpistas informa a
Madrid y cito: La conversación, que se desarrolló en un ambiente
distendido y cordialidad, nos permitió incluso subrayar nuestra
sorpresa a la disolución de la asamblea y que actitudes como esa podían
hacer difícil que pudiésemos en el futuro expresar nuestra amista hacia
él y nuestra comprensión hacia el anunciado proceso de consolidación de
las instituciones democráticas en Venezuela. (El señor Arístegui y San
Román: Y eso es ser golpista.- Rumores.) Me permito aquí subrayar ese
insólito en el futuro porque previamente el embajador Viturro había
expresado a Carmona según su telegrama ?y cito- nuestra sorpresa por
alguna de las medidas de este decreto que contradecían expresiones que
el presidente Carmona había hecho al asumir mandato provisional en la
noche anterior, en el sentido que se respetaría al máximo legalidad
vigente. Cabría pensar que el anterior Gobierno de España había actuado
de buena fe desde la madrugada del día 12 cuando se produce el
pronunciamiento cívico militar hasta el decretazo. Sin embargo, los
hechos antes relatados demuestran que el Gobierno anterior cometió un
grave error de apreciación y de gestión diplomática de esta crisis. Las
gestiones posteriores del ministro Piqué y del secretario de Estado
Miguel Angel Cortés y las instrucciones que se impartieron oralmente, y
de las que el embajador Viturro acusó recibo, tuvieron lugar sabiendo
que se trataba de un golpe de Estado y participando en la articulación
de su reconocimiento internacional. Pero además hay un elemento
adicional aún más revelador. El día 12 bajo su exclusiva
responsabilidad como presidencia de la Unión Europea el Gobierno
español hizo público una declaración que citaré a SS.SS. y que también
ha sido distribuida.
En su último punto decía, traducido al
castellano del original inglés: Finalmente, la Unión Europea confía que
el Gobierno provisional ?insisto, Gobierno provisional- no ya la Junta
Cívico Militar, respetará los valores e instituciones democráticas con
el objetivo de superar la actual crisis en un marco de concordia
nacional y respetando plenamente los derechos y libertades
fundamentales. Señorías, el objetivo de la entrevista del embajador con
el señor Carmona era insistir en que el decretazo había violado
precisamente los valores e instituciones democráticas y no cabía la
menor duda que no respetaba los derechos y libertades fundamentales del
presidente constitucional Hugo Chávez y de los miembros de su Gobierno
a los que retenía por la fuerza. El embajador Viturro finaliza el
informe de su entrevista con el señor Carmona así: Insisto en subrayar
la cordialidad y franqueza con que se desarrolló toda la conversación
en la que los hechos y opiniones fueron expuestos sin paños calientes y
que, tanto mi colega como yo, coincidimos en la percepción de que los
propósitos de nuestros interlocutores eran sinceros. Cierro cita.
Sobran comentarios.
Para evitar que exista y que persista la
menor duda permítanme SS. SS. llegar a las mismas conclusiones por
otras vías. De nuevo, ¿le podía caber al embajador Viturro y al
Gobierno español alguna duda de que el autoproclamado presidente
Carmona estaba fuera de la legalidad? Difícilmente. En cualquier caso,
toda posible justificación desaparece entrado el día 13. En ese día 13
el embajador Viturro advirtió en un informe que la fiscal del
Ministerio Público venezolano y directora de derechos fundamentales del
citado organismo se había personado el día 12 en Fuerte Tiuna, base
militar donde estaba retenido Chávez. Solicitó verle y exigió
constancia escrita expresa de su renuncia como presidente y que ambas
peticiones le habían sido denegadas. En el mismo informe enviado por
telegrama el embajador Viturro añadía que la ONG de derechos humanos,
Provea, había exigido la expulsión de Venezuela como miembro de la OEA
por el golpe de Estado, que el presidente de la Federación
Iberoamericana del Ombudsman había anunciado que elevaría una denuncia
ante la Comisión de Derechos humanos en Ginebra, el siguiente 18 de
abril, por las violaciones de los derechos fundamentales que estaban
cometiendo los golpistas y que también habían denunciado el golpe de
Estado el fiscal general de la República y el Defensor del Pueblo,
mientras que los documentos de renuncia exigibles por el artículo 233
seguían sin aparecer. A pesar de todo ello, el Gobierno español siguió
insistiendo en su línea de actuación. El entonces presidente José María
Aznar atendió la llamada telefónica que le hizo Carmona, como confirmó
él mismo en esta Cámara en respuesta al señor Llamazares el 17 de abril
de 2002. El presidente del Gobierno español, insisto, no podía ignorar
que estaba hablando por teléfono con un golpista porque así lo había
informado el embajador de España en Venezuela. El embajador continuó
informando. Ese mismo día 13 de abril advierte ya que los tres
francotiradores detenidos tras los asesinatos del jueves pertenecían a
la policía metropolitana de Caracas, a la policía del municipio de
Baruta y a la policía del municipio de Chacao, curiosamente, advierte
el embajador, todos ellos controlados por partidos opositores al
Gobierno Chávez. Añade además, número de militares apoyan
restablecimiento Constitución 1999 es más numeroso del que se cree y
pidiendo calma a población afirmaron si iban a restablecer situación en
próximas horas. Termino cita. De hecho, efectivamente, la normalidad
institucional se restablecería pocas horas después, acabando con el
golpe cívico-militar encabezado por Carmona. Carmona se dirigió al país
el mismo día 13 por la noche para reconocer la asunción de la
Presidencia por el vicepresidente constitucional Cabello, de acuerdo
con artículo 233 de la Constitución Venezuela, que Carmona
evidentemente sí conocía y no había ignorado como otros. Con la
evidente intención de preparar su defensa posterior y mantener hasta el
último momento la ficción de que había actuado, de acuerdo con el
artículo 350 de la Constitución, hizo entrega de su cargo como
presidente golpista paradójicamente a la misma Asamblea Nacional que
había disuelto cuando ni su presidente ni su vicepresidente habían
dimitido. El día 14 el diario, Ultima Noticia de Caracas, publicaba en
portada un texto manuscrito del presidente Chávez firmado el día 13 en
el que aseguraba que en ningún momento había renunciado a su cargo como
presidente constitucional de Venezuela. Preguntado el entonces
secretario de Estado, director del Centro Nacional de Inteligencia,
Jorge Dezcallar, en una entrevista publicada por El País, el 28 de
abril de 2002, si, hablando de eficacia, ¿se enteró previamente el
CESID de la crisis que se estaba preparando en Venezuela? El señor
Dezcallar responde: Tuvimos una información bastante buena. Se supone
que iba a ser más tarde y todo se precipitó. Aquello tuvo altos y
bajos. Ni los propios actores sabían cómo iba a terminar, que la
situación se estaba degradando y se descontroló en un momento
determinado. Sí, estuvimos en condiciones de saberlo. Tenemos un
servicio que es bueno en aquello de lo que sabemos. Cierro cita de la
entrevista del señor Dezcallar. (Rumores.)
Señorías, el propio
embajador Viturro al hacer balance de lo sucedido en un telegrama del
día 16 de abril del 2002 decía, y abro cita: Citado Gobierno nació
ilegalmente. Repito, según el propio embajador, citado Gobierno nació
ilegalmente. Si bien es cierto que artículo 350 Constitución 99 permite
y justifica derecho de rebelión frente a autoridad establecida, esa
misma Constitución establece que Presidencia República debe recaer en
vicepresidente y por interpretación analógica en presidente Asamblea
Nacional en caso ausencia áquel. Autoridad constituida tras
derrocamiento presidente Chávez era ilegal, pero esa ilegalidad se hizo
más fuerte y Carmona mostró su gran torpeza al no saber disimularla
cuando decreto establece, Gobierno transición democrática disuelve
Asamblea Nacional, destituye titulares órganos del Estado y faculta a
dicho Gobierno para deponer a gobernadores y alcaldes elegidos
democráticamente y para legislar por encima Constitución y ordenamiento
jurídico establecido.
No puedo estar más de acuerdo ni se
puede explicar mejor. Continuando con su balance de los sucesos, en
telegrama del día 17 el embajador Viturro añadía: Conforme pasan los
días se van conociendo más datos sobre sucesos pasado jueves once.
Quiero de nuevo llamar su atención sobre lo que sigue. Cito: Que
confirman tesis inicial había avanzado esta Embajada sobre intento
aprovechar crisis petróleos de Venezuela para provocar muertes dieran
lugar derrocamiento presidente Chávez. A cargo militares estaban siendo
incitados a ello por ciertos grupos conspiradores oposición.
Señorías,
no quiero cansarles más y lamento haberme alargado bastante más que 59
segundos para sustentar lo mismo que dije en el programa de televisión.
(Rumores.) Abusando de su paciencia, permítanme por tercera, y última
vez, recapitular lo expuesto: Primero. No existe duda alguna de que en
Venezuela se produjo un golpe de Estado. Segundo. Los instigadores del
golpe de Estado, la Junta Cívico Militar buscaba una transición de
poder con apariencia constitucional que les permitiese ser reconocidos
internacionalmente como el nuevo Gobierno de Venezuela, de acuerdo con
la Carta Democrática de la OEA. Tercero. El anterior Gobierno de España
tomó la iniciativa de emitir un comunicado conjunto que pretendía
facilitar legitimidad internacional al golpe en los mismos términos que
el artículo 350 de la Constitución venezolana y la Carta Democrática
Interamericana de la OEA. Otros cuatro países que fueron invitados a
sumarse a la declaración conjunta declinaron hacerlo. Por otra parte,
el Gobierno de España, como Presidencia en ejercicio de la Unión
Europea, emitió una declaración en la que se elude cualquier referencia
al golpe y se menciona al Gobierno provisional. Ello contrasta con la
declaración de condena del Grupo de Río en la que se condena la ruptura
institucional. Cuarto. La resistencia de Hugo Chávez, el ocultamiento
del vicepresidente Cabello y la oposición del presidente y
vicepresidente de la Asamblea Nacional, bloquearon una transmisión de
poderes de apariencia constitucional a los golpistas, de acuerdo con el
artículo 233 de la Constitución bolivariana. Ello sitúa a Carmona y al
resto de los firmantes del decretazo que proclamaba el Gobierno
provisional, fuera de la legalidad constitucional y la Carta
Democrática Interamericana de la OEA.
Quinto. A pesar de todo
lo anterior y de haber sido informados con gran detalle por el
embajador de España y por otras fuentes de que se trataba de un golpe
de Estado, los entonces responsables del Ministerio de Asuntos
Exteriores dieron instrucciones al embajador, de las que este acusó
recibo, para que se entrevistase con el presidente provisional golpista
Carmona -y ello mientras estaba detenido por la fuerza el presidente
constitucional Chávez y su Gobierno- y le advirtiese no de que debía
liberar inmediatamente al presidente constitucional, sino de que debía
respetar los compromisos rotos por el decretazo para que el Gobierno
provisional surgido de la Junta Cívico-Militar pudiera ser reconocido
por la OEA. El propio presidente Aznar respondió a la llamada de
Carmona, a pesar de saber que era un golpista, para aconsejarle en este
mismo sentido. Con ello, he demostrado fehacientemente que mis tres
afirmaciones son ciertas: que en Venezuela hubo un golpe de Estado, que
el embajador Viturro recibió instrucciones y que el efecto de dichas
instrucciones ayudaba a legitimar el golpe de Estado de la Junta
Cívico-Militar, dándole cobertura internacional. Y solo cuando el golpe
fracasó, la ambigüedad implícita de los términos utilizados permitió
que el mismo discurso sirviera para exigir al presidente Chávez diálogo
y respeto de los derechos cívicos para los golpistas que acababa de
violarlos.
Insisto: en ningún momento se puede interpretar de
mis palabras que el anterior Gobierno español instigase o participase
en la preparación y ejecución del golpe de Estado. Nunca dije eso;
afirmar lo contrario sería una calumnia. (Protestas.)
Mis
afirmaciones deben entenderse en el sentido de que por apoyar quiero
decir no condenar el golpe de Estado, endosarlo y tratar de ofrecerle
legitimidad internacional, pero de todo lo anterior se deduce que el
anterior Gobierno cometió, cuando menos, un grave error de apreciación
y de gestión de la crisis en contra de la práctica y los usos
diplomáticos.
Señorías, hasta aquí les he relatado lo
acaecido, la secuencia de los hechos, hechos sobre los que no mentí;
ahora bien, aun siendo ciertas mis apreciaciones, creo que existe un
consenso general en el país que yo también comparto: que el lugar para
hacer esas afirmaciones, aunque sean verdad, no era el adecuado ni el
momento, el oportuno y que fueron desafortunadas. Por tanto, asumo mi
error y me disculpo. (Rumores.)
El señor PRESIDENTE: Un momento, señor ministro.
Les ruego silencio. Después, cada grupo parlamentario tendrá oportunidad de exponer sus posiciones.
El
señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Moratinos
Cuyaubé): Este Gobierno, como ha explicado en varias ocasiones el
presidente Zapatero, tiene a gala reconocer sus errores ante los
ciudadanos y corregirlos y eso hago en este instante sobre la
oportunidad y el momento de mis afirmaciones, que, por otra parte, he
demostrado ciertas.
Dicho lo cual, queda un último aspecto. ¿En
qué coyuntura política se inscribe esta polémica? Mis declaraciones se
produjeron cuando el Partido Popular estaba interpelando al Gobierno, y
a mí mismo como ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, sobre
la política iberoamericana, y en concreto sobre Venezuela. Lejos de
buscar espacios para el consenso, las críticas del principal partido de
la oposición arreciaron tras la Cumbre Iberoamericana de San José de
Costa Rica. Esta fue también la actitud del representante del Partido
Popular, creando tensión y buscando polarizar la discusión? (Rumores.-
El señor Moragas Sánchez: ¿Y qué? ¿Y qué?)
El señor
PRESIDENTE: Por favor, por favor, señor Moragas, les ruego que respeten
al señor ministro y, después, cada uno?(Rumores.- La señora Castro
Masaveu pronuncia palabras que no se perciben.)
Por favor, soy
yo quien tiene la responsabilidad de advertir del orden a quien crea
conveniente y me dé cuenta, sea un bando u otro de esta Cámara. (El
señor Soravilla Fernández: Vale.) Y en cualquiera de los casos? (El
señor Soravilla Fernández: Si, si, ya te has explicado.)
Un
poco de respeto, señor diputado, al presidente de la Comisión. Sí me he
explicado? (El señor Soravilla Fernández: Y muy bien. Ya está.)
Consecuentemente, usted no tiene por qué dar explicaciones respecto a
mi actitud y nadie de esta Cámara, ni un grupo ni el otro, tiene que
advertir al presidente cuál es su obligación, que la sabe
perfectamente. (El señor Soravilla Fernández: Fantástico.) Y le llamo
al orden.
Por favor, señor ministro.
El señor MINISTRO
DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Moratinos Cuyaubé): Nunca
existió por mi parte voluntad alguna de ofrecer la oportunidad de
desatar una confrontación política en torno a este tema. La política
exterior se ha convertido en parte esencial del debate político
ciudadano, que exige la construcción de un nuevo consenso en defensa de
nuestros intereses nacionales y nuestros objetivos internacionales,
pero, sobre todo, a partir de unos valores democráticos y ciudadanos,
entre ellos y sobre todo, la verdad, lo que para mí es esencial. Desde
que tuve el honor de asumir mis responsabilidades como ministro de
Asuntos Exteriores y de Cooperación, siempre, en todas mi
intervenciones parlamentarias he ofrecido a todos los grupos la
voluntad de construir un consenso en política exterior. Hasta ahora,
del Partido Popular solo hemos escuchado rechazos. No obstante, una vez
más, apelo al sentido de Estado del Partido Popular para que podamos
construir todos juntos una política exterior de Estado. (Rumores.- La
señora Castro Masaveu: Ahora, ahora.)
Asumo que he podido
estar desafortunado en la forma. Me obliga a esta admisión una
exigencia ética que siempre me he impuesto por encima de cualquier otra
consideración de conveniencia personal o política, pero me lo exige
también, y sobre todo, una adhesión incondicional al juego limpio
político, que dignifica esa política con mayúsculas, que se encuentra
en las antípodas de la política partidista, con minúsculas y de regate
corto.
Concluyo. Lamento que mis declaraciones hayan sido
aprovechadas para crear una polémica política sobredimensionada. Muchas
de SS.SS. y gran parte de la ciudadanía saben de mi trayectoria
personal y profesional. En todas mis responsabilidades siempre me he
guiado por mi compromiso con los principios y valores democráticos. El
respeto al otro y el diálogo siempre han sido parte de ese compromiso,
con humildad y sin rencor. (Aplausos.)
El señor PRESIDENTE:
Seguimos con el orden del día y, por tanto, con las intervenciones de
los diversos grupos parlamentarios, de menor a mayor. (La señora Castro
Masaveu pide la palabra.)
¿Señora Castro?
La señora
CASTRO MASAVEU: Disculpe, señor presidente, pero es por una cuestión de
orden y, sobre todo, a efectos de visualizar la presencia de cada grupo
en esta Cámara. Siempre se han respetado, y usted lo sabe, los sitios
que tiene cada uno de los grupos parlamentarios. En el espacio que
debería ocupar el Grupo Parlamentario Popular, en estos momentos hay
diputados de otros grupos y desearíamos que todos estuviésemos sentados
en los sitios que nos corresponden. (Rumores.- El señor Madina Muñoz: A
la calle, a la calle.)
El señor PRESIDENTE: Por favor, les
pido que respeten y escuchen con atención las intervenciones de los
diversos representantes de los diversos grupos, gusten o no gusten.
La señora CASTRO MASAVEU: Gracias, señor presidente.
Lo
digo porque están los medios de comunicación -quiero decirlo así de
claro- haciendo fotos, están las cámaras de televisión retransmitiendo
la sesión de la Comisión, y en estos espacios correspondientes al
Partido Popular hay personas que no se están pronunciando en el mismo
sentido que nosotros y que consideramos que deberían estar ubicados en
otro sitio.
(El señor Estrella Pedrola pide la palabra.)
El señor PRESIDENTE: Señor Estrella.
El
señor ESTRELLA PEDROLA: Señor presidente, no deja de sorprenderme lo
que acabo de escuchar, pero si el Grupo Popular se declara incapaz de
convivir y de compartir un espacio físico con el adversario político y
compañero parlamentario, voy a pedir a mis compañeros del Grupo
Socialista que busquen asiento en otro lugar de esta sala. (Rumores y
protestas.)
El señor PRESIDENTE: Les ruego, por favor, que
escuchen las breves palabras de esta Presidencia. Aun no habiendo
regla, en el uso tiene la razón la señora Castro y, por tanto, les
ruego y les agradezco al Grupo Socialista que haga ese traslado de las
personas que están ubicadas en los bancos, teóricamente del Grupo
Popular.
La señora CASTRO MASAVEU: Gracias, señor presidente.
El señor PRESIDENTE: A usted.
Acabados los flujos migratorios, tiene la palabra la representante del Grupo Mixto, la señora Lasagabaster.
La señora LASAGABASTER OLAZÁBAL: Dentro de esta pequeña cuestión previa, la verdad es que no sé dónde tengo que sentarme?
El señor PRESIDENTE: Está usted muy bien sentada, señora Lasagabaster, no se preocupe.
La
señora LASAGABASTER OLAZÁBAL: Bien acompañada estoy, desde luego, y en
todo caso no tengo ningún inconveniente en sentarme con cualquier grupo
parlamentario porque a todos respeto y espero que todos me respeten.
(Aplausos.)
En cualquier caso, en esta comparecencia pedida
por el propio Gobierno y el ministro de Asuntos Exteriores, nosotros
hemos venido, ciertamente a escuchar porque queríamos saber de primera
mano cuál era el trasfondo y, en definitiva, cuáles eran los datos que,
lógicamente, esta diputada no ha tenido nunca porque no ha pertenecido
al Gobierno ni en la anterior legislatura ni en esta. Escuchar es
importante en política para poder hacer una reflexión final en relación
con lo acertado, tanto del contenido como de la manera de proceder a
hacer declaraciones.
Respecto de esta comparecencia podríamos
plantear tres cuestiones de distinta naturaleza y me explicaré. La
primera cuestión sobre la que podríamos hablar, siendo una Comisión de
Asuntos Exteriores, es de que consideramos la política de Venezuela
desde el mismo punto de vista desde el que hacemos un análisis de
cualquier país del mundo, siempre, lógicamente -al menos desde Eusko
Alkartasuna-, desde dos baremos vitales: el respeto a la soberanía de
los pueblos y, por supuesto, la no injerencia, y también la defensa de
los derechos humanos. Pero no creo que esta comparecencia tenga como
objeto hacer un análisis de la política de Venezuela en los distintos
momentos históricos ni tampoco en el actual. Por tanto, podríamos hacer
ese análisis como lo hacemos de cualquier otro país, dentro de estos
dos principios: respeto a la soberanía y defensa de los derechos
humanos.
La segunda cuestión sobre la que podríamos hablar en
relación con esta comparecencia -y creo que se acerca más a lo que
queremos todos y a lo que quiere el propio Gobierno, que se desprende
del porqué surge esta comparecencia- se refiere a conocer -y en este
caso, lógicamente, poco podemos opinar- cuál fue la actuación del
Gobierno del Partido Popular en el llamado para unos vacío de poder y
para otros -desde luego, es nuestro caso- un golpe evidente? (Rumores.)
El señor PRESIDENTE: Por favor, les ruego silencio para que
todos podamos seguir con atención la intervención de la señora
diputada.
La señora LASAGABASTER OLAZÁBAL: Para otros un golpe
evidente en relación con la falta de cumplimiento de las propias
previsiones constitucionales de los artículos 233 y 350 de la
Constitución de Venezuela. Vamos a releer atentamente la declaración,
pero nuestra impresión tras haberla escuchado y con los datos que se
nos advierten es que creo que se confirma lo que ya intuíamos todos en
aquellos días del 11 al 14 de abril y que, evidentemente, supone que el
Gobierno del Partido Popular, si no incitó -y eso no lo ha dicho usted
y, por tanto, no lo he oído y no lo digo-, sí de alguna manera no tuvo
reparos -como sí tuvieron, por cierto, otros Estados miembros y otros
países- en seguir -por utilizar una expresión coloquial- la llamada
consolidación de un gobierno provisional -término que nos remite a otra
serie de intentos de golpes de Estado muchos más cercanos a esta Casa-
ni tuvo reparos, desde el punto de vista de la política y del respeto a
la soberanía de los pueblos, en no dejar de apoyarlo. Por lo tanto, lo
que usted señaló de una manera muy coloquial y muy simple -permítame la
expresión- y lo que ya intuíamos es que la actuación del Gobierno del
Partido Popular fue, al menos, la de mantener un apoyo a un golpe que
se podía considerar como tal por las actuaciones contrarias a las
previsiones constitucionales. En este sentido, se confirma lo que se
intuía, lo que se vio y a partir de ahí podemos hacer matices en cuanto
a lo que fue -entre comillas- ese apoyo, por qué se dio ese apoyo y por
qué no se actuó como otros países tales como, creo recordar, Francia,
Brasial, Méjico y algunos más que ha citado, que tenían muy claro y
dejaron muy claro -como lo hizo el comunicado de la OEA- que no se
puede apoyar un golpe de Estado. Esto tampoco nos sorprende -vamos a
dejarlo claro-, porque hay fuerzas políticas -y no voy a entrar ahora a
hablar del pasado- que tenemos claro que puede gustar o no un
determinado gobierno pero que hay que respetarlo, y hay fuerzas
políticas que no tienen reparos en utilizar otros sistemas para
intentar desbancar a determinados sistemas o gobiernos de otros países
e incluso del nuestro. Por tanto, no nos sorprende nada. En todo caso,
nosotros no compartimos la política exterior del anterior Gobierno -lo
hemos dicho muchas veces- ni en este tema -independientemente, de que
podríamos entrar a analizar profundamente la cuestión de Venezuela- ni
en el hecho de que se base en la fuerza, en el poderoso y en el no
respeto a la legalidad internacional ni en usar como criterio el ataque
al que piensa distinto. Y esto sí lo hemos vivido en esta Casa y en
este Estado con el anterior Gobierno. Hubo instituciones vascas que han
sido objeto de ataque a través de la política exterior del Gobierno
Popular por pensar de forma diferente. Nosotros no hemos apoyado ni
apoyaremos ese sentido de política exterior que tenía el Gobierno del
Partido Popular.
¿Es conveniente entrar a valorar el pasado?
¿Es conveniente saber lo que ocurrió en el pasado? Evidentemente, son
elementos que podemos destacar. ¿Es conveniente saber la verdad? Es
conveniente. ¿Cómo hay que hacer saber esa verdad? Eso se puede
evaluar. ¿Es necesario entrar en una dimensión futura? En esto no vamos
a entrar. Desde luego, mis actuaciones y mis declaraciones jamás han
sido perfectas; me equivoco muchas veces y, desde esta perspectiva, no
me considero capacitada para tratar de exigir la perfección a los
demás. Sí considero que, una vez que uno se ha equivocado, hay que
tratar de no volver a hacerlo. Al menos eso es lo que intento hacer yo
y el mismo baremo que me aplico a mí misma aplico a los demás. Usted
mismo ha señalado su propia manera de proceder derivada de lo que
fuere???, pero, en todo caso, esa es una valoración que hace usted y yo
no voy a exigir más perfección de la que yo no tengo. A partir de ahí
vamos a mejorar las cosas.
Dichas estas tres reflexiones, haré
una conclusión y es la siguiente. Nosotros no vamos a coadyuvar ni a
apoyar ni a incentivar ni a admitir la utilización que se está
realizando de la política exterior, así como de otras políticas -por
cierto, no de la política antiterrorista en la que también podrían
haber roto el pacto y el preámbulo en el cual se acusa
injustificadamente y se criminalizan las ideas; rompan también eso si
les parece oportuno, porque eso sí es lo que hay que romper:
criminalizar ideas de otros-; una política de agitación, de crispación,
y si quieren llamarlo así ustedes, de hooliganismo. (Rumores.) Jamás lo
hemos hecho y tenemos muchas diferencias y tenemos muchas diferencias
con unos y con otros, tanto en materia de política exterior como en
otras materias, pero siempre hemos tenido respeto hacia el diferente y
hacia otras ideas y tratamos de hacer aportaciones.
(Termina la señora Lasagabaster)
Creo
que la semana pasada, en la Comisión de Asuntos Exteriores, aprobamos
con un gran consenso, incluso podría haber sido con unanimidad si
hubiese habido un poco más de tiempo, determinados aspectos de política
exterior que redundan en el respeto a otros pueblos pero también en el
respecto a los derechos humanos -ejemplos claros tenemos en lo que ha
pasado en Cuba esta semana- desde la perspectiva de que cada uno
tenemos nuestra propia opinión. Creo que eso requiere mucho trabajo, y
no utilizar la agitación, que no nos parece de recibo, no utilizar el
Parlamento como arma arrojadiza de unos contra otros porque el
Parlamento es algo más serio que todos nosotros. En este sentido, hoy
tengo que lamentar, lo digo sinceramente, que el Parlamento haya sido
no bien utilizado en un viaje institucional en el que íbamos a
acompañar al ministro de Asuntos Exteriores en un tema tan difícil en
el que nosotros humildemente sólo queremos ayudar. Lamentamos que la
institución parlamentaria sea hoy lo cogemos, hoy lo dejamos; que se
anule (si es que se ha anulado porque nadie nos ha dicho nada) un viaje
a Oriente Medio para intentar conocer la situación y ayudar. En todo
caso, volvemos a decir lo mismo porque siempre hemos dicho lo mismo: el
Parlamento es algo mucho más serio que todos nosotros. Es el ejercicio
de las distintas ideas, nos sentemos al lado o nos sentemos alejados, y
nosotros jamás utilizaremos una política de crispación o de agitación
porque no se defiendan nuestras ideas en el Gobierno o en la oposición.
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario de Coalición Canaria tiene la palabra don Luis Mardones.
El
señor MARDONES SEVILLA: Sean mis primeras palabras de agradecimiento al
señor ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, señor Moratinos,
por la información amplia que nos ha facilitado a los miembros de esta
Comisión para analizar toda esta situación de escandalera que se ha
producido por el hecho de sus declaraciones en el programa 59 segundos,
de Televisión Española.
Empiezo por hacer una observación de
lo que ha significado en Canarias la situación en Venezuela. En este
momento hay censados más o menos unos 300.000 canarios en la República
de Venezuela y puede alcanzar la cifra de un millón las personas que
proceden de emigrantes aunque tengan actualmente la nacionalidad
venezolana, y el golpe de Estado de abril del año 2002 significó en
Canarias unas horas de incertidumbre, de temor, de confusión que se
reflejó incluso con el colapso de las líneas telefónicas entre Canarias
y Venezuela porque los familiares de los que estaban allí pedían
información sobre qué estaba pasando o que grado de inseguridad podrían
tener sus familiares en el país venezolano. Dicho esto voy a analizar
su intervención, señor ministro, en dos apartados. En primer lugar, la
descripción histórico procedimental que ha realizado del golpe de
Estado. Usted ha dicho que hubo un golpe de Estado exacto, que hubo
unas instrucciones al embajador español, señor Viturro, y otras
circunstancias. En Canarias, la confusión vino fundamentalmente por la
lectura de los comunicados que llegaron a los medios informativos, y
hubo tres comunicados que más o menos usted ha relatado aquí. Uno que
hace la presidencia española de la Unión Europea (todos tienen fecha
del 12 de abril) y en ese comunicado la confusión se genera porque no
hay ningún apartado de condena expresa del golpe. En segundo lugar, se
produce el documento más preocupante, que es el comunicado conjunto
hispano-norteamericano. El comunicado hispano-norteamericano no tiene
firmantes, no se sabe quién firma ese comunicado porque en la
declaración conjunta de los gobiernos de Estados Unidos de América y de
España sobre la situación en Venezuela se invoca a los gobiernos en un
marco peculiarmente llamativo, porque no es ni Naciones Unidas, ni OEA,
ni Alianza Atlántica, sino el marco de su diálogo político reforzado
(eso debe de ser una institución operativa anónima) y no hay condena
expresa sino que se deja paso a una ambigüedad calculada -entendemos
nosotros- que en la población canaria produce la primera llamada al
confusionismo y a la ambigüedad. La premura (no pasan ni 24 horas) en
redactar una declaración conjunta que se dice de los gobiernos de
Estados Unidos y de España, y puesto que cada vez que aparece Estados
Unidos en cualquier movimiento convulsivo en un país latinoamericano ya
empiezan las circulares de si la CIA está más metida, por los
antecedentes del golpe de Estado contra el presidente Allende, en
Chile, y todas las operaciones de desestabilización que ciertamente o
erróneamente se vienen atribuyendo a Estados Unidos a través de su
instrumento de la CIA para estar en ese tema, es lógico que a la
población normal le llegue la confusión y se piense que hay un binomio
de gobiernos Estados Unidos y España que actúan dentro de ese proceder.
Nosotros creemos que eso fue un error tremendo de los responsables del
Gobierno español porque habría que preguntar quiénes firman esta
declaración conjunta de Estados Unidos y España. Nosotros creemos que
ahí hay un grado de responsabilidad, de precipitación si se quiere,
porque el Gobierno español debería haber mantenido una prudencia y una
cautela, pero si tenía que firmar algún comunicado que lo hubiera hecho
con los países que forman la OEA o con los que tenemos anualmente las
cumbres iberoamericanas (de las que no forma parte Estados Unidos de
América) de vinculación a una cultura, a una civilización y a unos
intereses políticos. Y sale el comunicado del Grupo de Río, que es en
el único en que aparece en su punto tres la condena expresa del golpe y
que tiene firmantes, porque ahí firman los presidentes del órgano
permanente del Grupo de Río de estos países latinoamericanos. Ése es el
comunicado que tiene una racionalidad y una aplicación. En esa senda se
debería haber seguido. Por tanto, hubo un golpe de Estado, hubo unas
responsabilidades, etcétera.
Paso ya a su aportación personal,
señor ministro. Hasta ahora hemos descrito unos hechos, donde hay una
responsabilidad pasada que a usted no le atañe. Primera pregunta.
¿Usted conoce, si es que existe un documento secreto
hispanonorteamericano, quiénes firmaron y quién toma la iniciativa, si
es España o es Estados Unidos, de hacer esta declaración conjunta?
¿Quién le pide a quién que firme junto a él? Este detalle es importante
para ir aclarando determinadas responsabilidades al respecto. Y entro
ya en el tema personal, para no alargar mi intervención y respetar los
turnos de todos los compañeros portavoces. ¿Cuándo conoce usted con
exactitud, señor ministro, todos estos informes que nos ha dado? Porque
aquí ya lo sitúo en el escenario. Usted ha pedido disculpas porque dice
que ha tenido una actuación desafortunada en ese programa de
televisión, y yo, al igual que he dicho que el Gobierno anterior
cometió un error, creo que usted también cometió un error, algo más que
un desliz o una actuación desafortunada porque usted es el
representante número uno de la diplomacia española, es el ministro de
Asuntos Exteriores, y no solamente por exigencias de carrera
diplomática las virtudes fundamentales de la prudencia y de la
discreción tienen que adornar los valores de la inteligencia y de la
objetividad en las actuaciones que sean procedentes. Yo creo que usted
también se equivocó de escenario. Usted, señor ministro de Asuntos
Exteriores, no es un contertulio que puede ir a cualquier escenario
donde se someta al vapuleo dialéctico de otros profesionales que están
en su legítimo derecho de preguntar porque usted puede y debe escoger.
Yo supongo que después de lo que ha ocurrido, por aquello de que gato
escaldado del agua fría huye, no lo veo a usted más en el programa
correspondiente, porque después de la que le ha caído?, la próxima vez
se diseñará el escenario donde tenga que hacer sus declaraciones,
pactadas o no, pero sin ninguna intromisión de tendencia ajena, porque
esto es una responsabilidad que le obliga. Usted ya no está en campaña
electoral, cuando no era ministro, ni tiene por qué estar ahora de
vocero de determinadas situaciones. Ahora bien, para el análisis de su
conducta, si usted ya conocía todos estos antecedentes (ya le he dicho
que se equivocó de escenario) una cosa de tan gran responsabilidad
dicha por un ministro de Asuntos Exteriores -usted no era un
contertulio más que podía decir en ese programa lo que quisiese porque
no tendrían transcendencia sus palabras- y más cuando teníamos en el
país a don Hugo Chávez, presidente de Venezuela, esas declaraciones
podrían tener más arraigo. Si lo que usted dijo, como ha tratado de
demostrar, era verdad, lo podía haber hecho público en sede
parlamentaria, con todos los respetos a los medios de televisión,
porque es tal la transcendencia de los datos que usted ha aportado que
para eso está el Parlamento, está esta comisión y está la Comisión de
Secretos Oficiales, porque yo creo que temas de esta envergadura
requieren que por discreción y prudencia el escenario sea un escenario
reservado donde las fuerzas políticas hubiéramos compartido la
información que usted nos hubiera facilitado al respecto, si es verdad.
Pues muy bien, pero esto requiere otro escenario, donde estén
consolidadas las representaciones democrática fundamentales para poder
hacer preguntas de este calibre y de esta envergadura a un ministro de
Asuntos Exteriores y que las respuestas del ministro de Asuntos
Exteriores o de cualquier otro ministro tengan también repercusiones de
envergadura, porque se refieren a la política internacional y a un país
con el cual debemos mirar hacia delante, recuperando el diálogo con el
Gobierno democrático de Venezuela, en el que los intereses económicos,
políticos, culturales y sociales de la población española que allí vive
y trabaja, así como de los venezolanos residentes en Canarias y en el
resto de España, al igual las relaciones de empresas petrolíferas y la
posición de potencia económica y social de Venezuela en este escenario,
nos tienen que obligar a una diplomacia y a un comportamiento que
prosiga, amplíe y retome otra vez la normalización del diálogo
diplomático con Venezuela y su Gobierno democrático, para que esto se
pueda llevar hacia delante. Por lo tanto, que no vuelva a haber una
precipitación o una escenificación inadecuada. Se lo digo cordialmente,
por su tranquilidad. No vuelva usted por un asunto de este tipo, pero
no vuelva tampoco por una escandalera o una bronca, porque llevamos
tiempo echando en falta en el Parlamento el sosiego de las personas
centristas en el tratamiento de cualquiera de las medidas que se tengan
que tomar.
Mi postura, dentro de un ambiente de reflexión y
responsabilidad, es que si hay un problema no se debe agravar ni llevar
a enfrentamiento o irritación. Yo acepto sus excusas por sus
desafortunadas declaraciones, pues ha sido un error de grueso
diplomático, y espero que esto se pueda corregir. Me parece que usted
ya ha ofertado la penitencia de la enmienda. Si ha aceptado plenamente
le pecado del error, tiene que aceptar la penitencia parlamentaria, en
la que yo no quiero poner ninguna nota disidente, sino refugiarme en la
prudencia y en la cordialidad, para que, en una sociedad democrática,
se respete la preeminencia de las salas del Parlamento para traer las
informaciones conflictivas.
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo
Parlamentario de Izquierda Verde-Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya Verds, tiene la palabra el señor Llamazares.
El
señor LLAMAZARES TRIGO: Gracias por su comparecencia, señor ministro de
Exteriores. Gracias por comparecer ante esta comisión. Gracias porque
resplandezca la verdad que, aunque probablemente tenía que haber
resplandecido mucho antes, está bien que resplandezca, aunque sea
tarde. Y gracias por el talante autocrítico, es decir, por las
disculpas que ha trasladado a esta comisión y a la sociedad española
por la forma en que pudo decirse esa declaración.
En todo
caso, a mi grupo parlamentario le resulta muy llamativo que en un
ejercicio de hipocresía política por parte de Partido Popular, hoy
tengan que dar cuenta los mensajeros y, sin embargo, no hayan dado
ninguna cuenta los causantes de este embrollo. Es decir, que en este
país hay que dar cuenta por decir la verdad y los que han mentido,
precisamente, piden cuenta a quien dice la verdad. (Aplausos.) Porque
han mentido, señor ministro de Exteriores, han mentido, mintieron a la
sociedad española en torno al golpe. El ex presidente del Gobierno y el
ministro de Exteriores mintieron a esta Cámara y hoy siguen mintiendo
(Un señor diputado: Tú, sobre todo, tú), buscando que los que decimos
la verdad, tengamos que pedir disculpas. No vamos a pedir disculpas,
señores del Partido Popular. (Rumores.) Además de ser un monumento a la
hipocresía política, hoy estamos aquí -señor ministro, no se apure- por
otra cosa y no por lo que usted ha dicho. Estamos aquí como parte de
una estrategia de desestabilización, iniciada por el Partido Popular en
este país. (Rumores.-Protestas.) Sin lugar a dudas, como el Partido
Popular no obtiene su legitimidad democrática de las elecciones y del
apoyo ciudadano, sino que la obtiene de las elecciones en Norteamérica
(Un señor diputado: En Cuba.), y como recientemente ha tenido nuevos
vientos en sus velas, para impulsar su política de oposición, ha
concluido que el resultado electoral del señor Bush y la reunión entre
Bush y Aznar legitiman a ese partido, no para hacer oposición
democrática, sino para hacer desestabilización política, que es lo que
hemos visto, lo que estamos viendo en esta Cámara, ( Un señor diputado:
¡Qué socio tienes, Morantinos) lo que vemos en el Poder Judicial y lo
que veremos, seguramente, por parte del Partido Popular. Esa es la
situación ante la que estamos, y de esa misma situación forma parte la
deslegitimación del resultado electoral. (Rumores.) Los hay que quieren
cuestionar continuamente el resultado electoral de estas elecciones. Es
natural, nosotros recibimos la legitimidad de las elecciones en España
(Un señor diputado: Sobre todo tú) y ustedes reciben la legitimidad de
las elecciones en Norteamérica y creen que la victoria de Bush es la
victoria de sus posiciones, que les permite deslegitimar la nueva
política exterior del Gobierno. En ese sentido, yo quiero saludar aquí
la nueva política exterior del Gobierno y los resultados de la misma,
porque hace muy poco tiempo no era el tema de Venezuela, era el tema de
Cuba. (Rumores.) Pues bien?
El señor PRESIDENTE: Señor Llamazares.
Por
favor, les ruego silencio y que se escuche con respeto. Los grupos
tendrán tiempo suficiente después para discrepar de las posiciones de
cualquier otro de los compañeros que exponga sus tesis.
Señor Llamazares, tiene la palabra.
El
señor LLAMAZARES TRIGO: Decía que, hace poco, hemos tenido la
experiencia de Cuba y, ahora, estamos en el tema de Venezuela. Se trata
de dinamitar el cambio en la política exterior en este país. Por lo
tanto, no se apure, señor ministro, porque hubieran buscado cualquier
otra razón para cuestionar su presencia y su eficacia en el Ministerio
de Asuntos Exteriores. Pero, en estos momentos, yo tengo que reconocer
-como grupo parlamentario que ha apoyado esta política- el éxito de la
política exterior en Latinoamérica y, en concreto, el éxito de la
política exterior para Cuba. La política de diálogo es una política que
da resultados, y da resultados positivos para el pueblo cubano y para
el pueblo español, señor ministro. Quería reconocer eso, en primer
lugar, y que lo que hoy estamos haciendo aquí forma parte de una
estrategia de desestabilización. (Rumores.) Qué tiempos estos, en los
que lo que es evidente, necesita ser explicado y vuelto a explicar,
porque, además de hipocresía política, esta petición de comparecencia y
esta exigencia de responsabilidad es un monumento al cinismo político.
Por parte de quienes tuvieron responsabilidad en lo que ocurrió en
Venezuela, se pide responsabilidades al ministro de Asuntos Exteriores
actual. No, señorías del Partido Popular; se deberían pedir
responsabilidades al entonces ministro de Exteriores, señor Piqué, y a
los responsables políticos del Partido Popular, que cometieron tamaño
desaguisado, porque no es cualquier cosa formar parte de una estrategia
golpista, no es cualquier cosa, señorías. De eso estamos hablando: de
una estrategia golpista de libro. Se parece a la estrategia golpista de
Chile. En primer lugar, por la desestabilización económica. En segundo
lugar, por la desestabilización política y de intervención de las
Fuerzas Armadas. Y, en tercer lugar, por la legitimación, a través de
mecanismos interpuestos de carácter constitucional. A eso nos hemos
enfrentado en el caso de Venezuela y el Gobierno español que, lejos de
enfrentarse, lejos de descalificar, lejos de condenar ese ataque a la
democracia, se sumó al ataque a la democracia. He de decir también,
señorías, que hubo miembros de otros partidos políticos que también
respaldaron ese ataque a la democracia. A veces las fobias, nos llevan
a confundir los principios, señorías. Los principios son los
principios, y los principios democráticos no permiten que nuestras
fobias legitimen ningún tipo de punch, ningún tipo de golpe. En este
caso, señorías, eso es lo que nos encontramos en Venezuela: un golpe de
libro, en el que todavía tendremos que esperar a la desclasificación de
los documentos de la CIA, porque hay personas en Estados Unidos que
dicen que en esa desclasificación aparecen los gobiernos que
intervinieron, no solamente después del golpe, sino antes. Yo les
espero en esa desclasificación de los documentos de agencia de
inteligencia norteamericana. Pero, en todo caso, lo que parece claro, y
es evidente en las declaraciones del señor ministro, es que nuestro
Gobierno no condenó el golpe y además contribuyó, junto con el Gobierno
norteamericano, a buscar una legitimación democrática y pública de un
golpe ilegal. Eso es lo que hizo el Gobierno español. Y se han referido
aquí distintos acontecimientos, que muestran esa connivencia del
Gobierno español con el golpe.
Me parece realmente curioso
-usted habla del embajador español-, las notas del embajador español me
recuerdan más a las informaciones del CSID que a las informaciones de
un embajador. Son de tal detalle y además suponen un conocimiento tan
apurado del asunto, que da la impresión de que estamos ante un informe
de inteligencia que se hace de forma continuada, ante una nota del CSID
que se hace de forma continuada en torno a la estrategia del golpe de
Estado. Pero me voy a quedar únicamente en lo que es el golpe y, a
posteriori del golpe, la actitud del entonces Gobierno español. Parece
que es evidente que el entonces Gobierno español dio instrucciones a su
embajador y que su embajador participó directamente en la presencia
pública del golpe y el intento de legitimación constitucional de ese
golpe. Usted ha hablado de algunos acontecimientos que ocurrieron y yo
creo que son conocidos. En la pregunta parlamentaria que le hice al
presidente Aznar también eran conocidos y el presidente Aznar me
recordó uno más que yo no conocía. Yo le dije que él había llamado al
señor Carmona y él me dijo que no, que él había recibido la llamada del
señor Carmona, es decir, que le había levantado el teléfono a un
golpista. Creo que esto es muy representativo ya de la actitud
inequívocamente democrática de un presidente del Gobierno, el que
levante el teléfono a un golpista cuando está detenido el presidente
legítimo de ese país y cuando está en cuestión a nivel internacional la
posición política de los golpistas; creo que eso es muy representativo.
Pero, con carácter previo, por una parte nuestro Gobierno entró en una
declaración sin precedentes; no tiene precedentes una declaración con
el Gobierno norteamericano precedida de un comunicado del Departamento
de Estado que hace referencia únicamente a las víctimas, imputándoselas
al Gobierno Chávez. Hemos visto después que eso no es así. Pero,
inmediatamente del comunicado del Departamento de Estado,
inmediatamente después, se produce, parece que a instancias del
Gobierno español, una declaración conjunta entre el Gobierno español y
el Gobierno norteamericano y posteriormente una declaración de la Unión
Europea, que no condena el golpe, que no pide la liberación del
presidente detenido y que, sin embargo, viene a plantear la
consolidación democrática, la consolidación normalizada del golpe
militar. Creo que eso es muy representativo y es muy representativo
también el papel de nuestro embajador, no sólo como informador al
Gobierno español de forma muy pormenorizada de la estrategia del golpe,
sino el papel ante el presidente ilegal, ante el señor Carmona, primero
visitando al señor Carmona y además planteándole únicamente los
problemas que podría traer el que se excediera en el golpe cívico
militar saltándose a la torera la Asamblea, el Tribunal de Justicia, la
Comisión electoral?Eso es, en mi opinión muy llamativo, pero usted no
ha dicho en esta Cámara algo que me parece que es verdad -yo, al menos,
lo tengo-, no sé si es así, pero creo que sí porque hay imágenes en los
medios de comunicación y es el aplauso de nuestro embajador, junto con
el embajador norteamericano en la toma de posesión del golpista.
Refiero: A las 17,25 horas, en el salón Ayacucho del palacio
Miraflores, los dos embajadores participan en la proclamación del
golpista, Pedro Carmona, como presidente de la República de Venezuela.
En este acto, el procurador general designado por Carmona, Daniel
Romero, leyó el decreto de constitución del Gobierno, de disolución de
la Asamblea Nacional y la destitución de los magistrados del Tribunal
Supremo, del Fiscal, del Controlador general, del Defensor del Pueblo y
de los miembros del Consejo Nacional Electoral. Eso es lo que hicieron.
Esta disposición fue firmada, entre otros estamentos, por el cardenal
José Ignacio Velazco, el primer vicepresidente de la gran patronal,
Fedecámaras, por la banca, Ignacio Salvatierra, etcétera. Con su
presencia y anuencia el embajador Biturro avaló la supuesta legalidad
del golpe de Estado. Estaba allí, tal y como atestiguan las imágenes
emitidas por televisión y grabadas en vídeo, Manuel Biturro, junto a
decenas de representantes de otros estamentos, aplaudiendo el juramento
de Pedro Carmona. Señorías, si esto no es apoyar el golpe, que venga
Dios y lo vea.
En definitiva, señor ministro de Exteriores,
quiero agradecerle en nombre de mi grupo, en primer lugar, hacer honor
a la verdad, haber explicado ante esta Cámara la verdad de los hechos,
aunque creo que quedan más cosas para saber toda la verdad, como diría
el señor Aznar, quedan muchas cosas más que investigar para saber toda
la verdad. (Risas.) Le agradezco también su autocrítica porque a veces
los lugares y momentos donde se dicen las cosas no son los más
apropiados, pero eso no quita que quien tenga que pedir disculpas ante
los demócratas y ante esta Cámara sean los dirigentes del Partido
Popular que fueron conniventes con un golpe contra la democracia. Esos
son los que tienen que explicarse ante esta Cámara y ante la
ciudadanía. Por último, no se inquiete, señor ministro, esto va a
continuar. La estrategia de desestabilización va a continuar porque
piensan que desestabilizando van a un período corto de esta legislatura
y yo espero que entre todos frustremos esa intención desestabilizadora
y que demos garantías del cambio que quiere nuestro país, en concreto
en la política exterior; un cambio de política exterior que se ha
demostrado eficaz también en relación con las relaciones con Cuba.
Muchas gracias, señor ministro. (Aplausos.)
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) tiene la palabra el señor Josu Erokoreka.
El
señor ERKOREKA GERVASIO: Gracias, señor ministro por su comparecencia y
por la información que nos ha dado en relación con este turbio asunto.
La
mayoría de los grupos parlamentarios -ya veo que no todos- no teníamos
sobre este asunto más información que la que podíamos haber conseguido
a través de los medios de comunicación, concebidos en sentido amplio,
que no es poca hoy en día, pero que no permite hasta el momento
presente acceder a la información que realmente permite conocer de
verdad las claves de lo que se coció en este asunto. Aunque suponga
hacer referencia a una cuestión que sólo tangencialmente tiene que ver
con lo que aquí nos ocupa, quisiera comenzar mi intervención expresando
que el grupo parlamentario al que pertenezco no siente ninguna simpatía
por los militares metidos a estadistas, nunca la ha tenido ni la tiene
tampoco ahora y mucho menos si han accedido al poder, como alguien ha
expresado gráficamente -sólo quisiera coincidir en esto con él-, si han
accedido al poder gracias al uso de las botas, como atributo
representativo de lo castrense, y no gracias a los votos. Poco importa
a este respecto que pretendan revestir sus aspiraciones de un ropaje
cívico militar y quitarle énfasis a las botas para pretender acentuar
los aspectos más legitimables desde el punto de vista democrático
constitucional. No siente simpatía mi grupo parlamentario por ese tipo
de gobernantes por dos razones: por razones de principio, por
convicciones democráticas y, además, por una razón práctica muy
evidente y es que siempre a mi grupo parlamentario y a la formación
política que le sustenta le ha ido muy mal con este tipo de
gobernantes. El presidente Hugo Chávez no es en esto una excepción. El
coronel Chávez accedió al poder el año 1992 gracias a un golpe de
Estado que dirigió contra un Gobierno socialdemócrata, contra Carlos
Andrés Pérez. Es cierto que el sistema político venezolano se
desmoronaba víctima entre otras cosas de la corrupción y de la
desarticulación entre los partidos políticos. Pero Carlos Andrés Pérez,
aunque fuera un mal presidente, era un presidente elegido
democráticamente y lo lógico hubiese sido que su destitución hubiese
tenido lugar de la misma manera, a través de un cauce democrático, que
el relevo de Carlos Andrés Pérez en el poder hubiese tenido lugar no a
través de los procedimientos por los que tuvo lugar, sino a través de
un cauce estrictamente democrático. Creo que el deterioro de la
situación económica, de la situación política -que eran y siguen siendo
todavía evidentes en Venezuela- no justificaban el golpe militar como
tampoco idénticas razones justificaron, por poner un ejemplo próximo a
nosotros, el golpe militar que tuvo lugar en el año 1936 en este mismo
país. Como siempre ocurre en este caso -y voy a la razón práctica que
hace que mi grupo no simpatice con este tipo de situaciones-, también
en aquella ocasión, en el año 1992, salimos malparados.
Esta
sesión monográfica para analizar el papel del Gobierno del señor Aznar
y del señor Piqué al frente del Ministerio de Exteriores llega quasi
con 20 meses de retraso. Hubiera sido lógico que bajo el mandato del
Partido Popular y de su equipo de Exteriores, con el señor Piqué a la
cabeza, se hubiera celebrado una sesión como esta para explicar qué
hizo, qué decisiones tomó, qué actitud tomó el Gobierno español, que no
sólo estaba al frente del Gobierno de España, sino también al frente de
la Presidencia de turno de la Unión Europea. Esta comisión monográfica
no tuvo lugar. Se negaron las peticiones de diferentes grupos de la
oposición para que se aclararan las posturas, las acciones y la toma de
decisiones por parte del Gobierno de antaño. No fue así y hoy nos
encontramos en esta Comisión, fruto de un desliz -así lo ha asumido el
ministro de Exteriores- en un programa, 59 segundos, al que estamos
haciendo una importante propaganda -es una televisión pública y
podemos-; un programa en el que, a diferencia de algunos programas o
entrevistas del anterior Gobierno, hay preguntas, hay acecho y hay
debate. Seguramente esta situación no se hubiera producido en otro
Gobierno y en otra televisión, básicamente porque las entrevistas eran
a la carta: cómo nos gustamos, qué bien lo hacemos. No fue así, fue un
debate en un programa que precisamente no destaca por las entrevistas a
la carta. El ministro tuvo un desliz y así lo ha asumido. Nuestro grupo
acepta las disculpas del ministro. Todos nos podemos equivocar, como ya
han dicho otros grupos que me han precedido. Estamos ante una
oportunidad para que se aclare cuál fue la actitud de un Gobierno, el
Gobierno del Partido Popular, ante unos lamentables hechos y una
lamentable experiencia en política internacional.
Pero esto no
es una novedad. En estos debates, en estos razonamientos, en esta toma
de decisiones unilateral, en esta impunidad legítima que daba la
mayoría absoluta en política exterior, el apoyo al golpe de Estado en
Venezuela no fue un hecho aislado. Hubo situaciones como las mentiras
sobre las armas de destrucción masiva en Irak, que propiciaron el
desastre al que estamos asistiendo en estos momentos, y situaciones
incluso un poco grotescas, que ponían en peligro una zona de especial
sensibilidad geoestratégica, como el Mediterráneo y el Magreb, como fue
la aventura de la isla de Perejil. Nosotros consideramos que la
política exterior del anterior Gobierno no era precisamente una
política de diálogo, una política de consenso, una política para
mejorar las condiciones de los escenarios internacionales. Hoy estamos
aquí porque en su momento, en un programa de televisión, se acusó al
Gobierno del Partido Popular de dar apoyo a un golpe de Estado. Nuestra
pregunta es si realmente hubo un apoyo del Gobierno español al golpe de
Estado que sufrió el Gobierno legítimo de Venezuela. Nosotros
consideramos que sí, a tenor de lo que hemos escuchado hoy de la
intervención del señor ministro sobre la base de la documentación que
nos ha ofrecido. Un golpe de Estado se puede apoyar de muchas maneras.
Nunca sabremos -o a lo mejor sí, si hay una descatalogación de los
documentos del Gobierno americano, de su Departamento de Estado o de su
servicio de inteligencia-, si hubo una intervención directa de los
servicios exteriores o de la inteligencia del Gobierno español. Ahora
no lo sabemos. No creo que el señor Moragas o el señor Arístegui, los
responsables de política exterior del Partido Popular, nos aclaren este
hecho, no lo creo, pero lo que sí sabemos es que un golpe de Estado se
puede apoyar de diferentes maneras. Puede haber un apoyo a la
desestabilización social y económica de un país. Chile fue un ejemplo y
está escrito. La famosa descatalogación de documentos del servicio de
inteligencia americano dio ejemplos de cómo se desestabilizó y cómo se
contribuyó a una política clara de cercenar los fundamentos de un
Gobierno legítimo como era el del señor Allende, con desestabilización
económica y social. Esta es una forma de colaborar en un golpe de
Estado. Hasta aquí no hemos llegado. Esto no ha quedado demostrado, por
lo cual parece que el Gobierno anterior no participó en esta dinámica
en el golpe de Estado. Pero hay otra forma de participar en un golpe de
Estado que es muy importante. El régimen franquista es un buen ejemplo
de cómo se puede legitimar un Gobierno golpista desde el interior, cómo
se le puede dar oxígeno internacional desde las instituciones, cómo se
le puede reconocer, cómo se le puede lavar la cara. De esta manera, por
lo que hemos oído y lo que hemos leído estos días, incluso por lo que
parecía hace 20 meses, curiosamente, el Gobierno español sí que
participó de forma descarada en la legitimación de un Gobierno que
llevó a cabo un golpe de Estado. No nos vale la sutileza de buscar el
econograma de la situación, de si el golpe de Estado era declarado o
no. La correspondencia diplomática entre el Gobierno español y sus
embajadores es taxativa. De lo que ha dicho el señor ministro incluso
se trasluce el intento de mejorar técnicamente el golpe de Estado:
ustedes no desmonten la Asamblea porque a partir de aquí se visualiza
lo que en todo momento parecía desde fuera. Hubo un apoyo a la
legitimación internacional de este golpe. Cuando hay un golpe de este
tipo -la historia nos lo demuestra-, el apoyo internacional es así.
Incluso el Gobierno español fue más allá que el propio Gobierno
americano, que en su momento, cuando vio el decretazo contra la
Asamblea venezolana, rectificó y se dio cuenta de hasta qué punto
estaba llegando, no así el Gobierno español. El Gobierno español tardó
mucho más. El Gobierno español recurrió a diferentes organismos
internacionales para legitimar el golpe y se le fueron cerrando las
puertas. No fue así. Creemos que queda demostrado que este Gobierno,
como mínimo, jugó a la legitimación de este golpe. Ya sabemos que el
Gobierno anterior no podrá responder, no está aquí, por eso digo que
esta Comisión llega con 20 meses de retraso.
También es el
momento de analizar por qué se llegó a esta legitimación. Hasta ahora
no sabemos si había intereses económicos privados o públicos, no
sabemos que geoestrategia aplicaba el servicio exterior o la
inteligencia para apoyar y legitimar este golpe, lo que sí sabemos es
que sobre todo en los últimos cuatro años ha habido un seguidismo de la
política norteamericana en la política exterior. Este seguidismo ha
llevado a situaciones a veces ridículas, que no se podían explicar; no
se podían dar argumentos del porqué de esta política exterior. Una
política que es lícita; una política -la del Partido Popular- basada en
un seguidismo acrítico, pero que es lícita. Nosotros no la compartimos,
pero consideramos que es su forma lícita de hacer política
internacional. Sin embargo, consideramos que en este desgraciado suceso
el Gobierno anterior jugó con fuego, jugó con la política
internacional, jugó con la desestabilización de un país, coadyuvo a lo
que podía haber sido una guerra civil en Venezuela. No fue así, pero el
Gobierno anterior cometió una grave irresponsabilidad.
Como ya
se ha dicho aquí, la estrategia del Partido Popular es también la de
cercenar la política exterior del actual Gobierno. Vamos a ver ejemplos
de doble rasero por parte del Partido Popular. Nadie puede entender
cómo un ex presidente, el señor Aznar, visitó al reelegido presidente
de los Estados Unidos, el señor Bush, sin consultar con el actual
Gobierno y con el actual equipo de Exteriores y no pasó nada. ¿Se
acuerdan ustedes de cuando don Felipe González pasó dos días en
Marruecos y se le acusó desde el frente mediático del Partido Popular
de haberse reunido con los dirigentes del Gobierno marroquí sin las
consultas previas al Gobierno español? Ríos de tinta. Este es el doble
rasero. Desde el Grupo Popular se intenta deslegitimar permanentemente
un cambio de política exterior. He dicho que no compartíamos la
política del Partido Popular, pero que era legítima; hay que entender
también que la política exterior del nuevo Gobierno es legítima aunque
no se comparta.
Nuestro grupo comparte también lo que ha dicho
el Grupo Vasco. No nos gustan los militares metidos en política, pero
es evidente que este Gobierno de Venezuela ganó unas elecciones y ha
superado un referéndum con el beneplácito y el visto bueno de
organismos y observadores internacionales. A partir de aquí, creo que
este es un Gobierno que merece todo el respeto. Ya lo merecía en su
momento, porque ganó unas elecciones con el visto bueno de organismos
internacionales.
Para acabar, queremos dar las gracias al
señor ministro por su comparecencia y por su información. Estaremos a
su lado cuando la política exterior se base en el diálogo y en la
cooperación y trate de llevar la democracia, el bienestar y la justicia
donde haga falta, a Venezuela, a Cuba o a Irak, pero no a base de
seguidismo acrítico, ni a base de intereses muchas veces opacos.
Creemos que esta política de diálogo y de cooperación -hemos tenido el
ejemplo de las gestiones que han hecho en Cuba por parte del Gobierno,
con el resultado de la excarcelación de un alto dirigente de la
disidencia cubana- es el mejor camino para llevar la democracia y el
bienestar a todos los países. Queremos agradecer especialmente su
presencia, señor ministro. Nos tendrá a su lado cuando la política
exterior se base -repito- en el diálogo y la cooperación para
estabilizar y llevar la democracia y la justicia a todos los países del
mundo.
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió), tiene la palabra el señor Xuclà.
El
señor XUCLÀ I COSTA: Muchas gracias, señor ministro, por esta
comparecencia -quiero subrayar que a petición propia- en la Comisión de
Asuntos Exteriores para exponer y para desarrollar su argumentación,
sin duda insuficiente, el día 22 de este mes.
El grupo
parlamentario de Convergència i Unió se presentó a las últimas
elecciones generales con un eslogan que estaba muy lejos de los
eslóganes de la confrontación que se respiraba desde principios de año
en el debate político del momento, un eslogan electoral que era Sentido
común.
Yo desearía hoy aportar algunos elementos fundados en
el sentido común respecto al episodio y a los hechos que han provocado
la convocatoria de esta Comisión de Asuntos Exteriores. Un poquito de
sentido común en medio de una actitud, de una situación de bastante
maniqueísmo en el debate de la política exterior española y de bastante
caricatura también en el debate de la política exterior española.
El
motivo de su comparecencia ante esta Comisión es una brevísima frase
pronunciada en un programa de televisión el día 22 de noviembre.
Concretamente, creo que el epicentro de que usted comparezca ante esta
Comisión es la siguiente frase: El embajador español recibió
instrucciones de apoyar al golpe. Esta simple frase. Y a esta frase se
le suma también algunos datos que usted ha aportado hoy, en los cuales
fundamenta otra frase que ha expresado hoy, en la que decía que España
participó en la articulación del reconocimiento internacional del
Gobierno golpista. La frase del programa 59 segundos es una frase tan
breve que puede inducir a la relación causal entre el golpe de Estado
de los días 12, 13 y la salida del día 14 de abril y la posición del
Gobierno español.
Yo le hablaré poco de Venezuela, y le
aseguro que previamente a esta intervención he hecho una inmersión
profunda en los días del golpe de Estado, en los días anteriores y en
la situación política de Venezuela en aquellos momentos y ahora; pero
creo que el que hoy usted esté aquí y que merezca algunas
consideraciones de carácter político por parte de los distintos
portavoces es porque usted se equivocó. Usted se equivocó desde un
punto de vista formal y a veces, señor ministro, la forma termina
invalidando también el contenido, la forma termina invalidando el
fondo. Creo que le honra su reconocimiento de que se ha equivocado.
Evidentemente, este grupo parlamentario acepta la presentación de sus
excusas ante esta Comisión y valora muy positivamente la expresión del
reconocimiento de su error, pero usted se equivocó en la forma y quizás
también en el fondo.
Como muy bien sabe, en derecho civil, en
derecho constitucional hay una distinción, también de sentido común, la
distinción entre la responsabilidad ex post o ex ante. Y con esta breve
frase, el embajador recibió instrucciones de apoyar al golpe, usted, en
un programa de televisión, no deja claro si este apoyo, esta
ambivalencia, es una ambivalencia ex post o ex ante. De tal forma que
hay motivos, sin duda, para inducir a algún grupo parlamentario -sólo
con esta frase, no con las explicaciones completísimas que usted nos ha
dado- a la irritación y a la crispación política que hemos vivido esta
última semana. Entrando más en el fondo de sus explicaciones, es
evidente que hubo una situación de ambivalencia en la cronología de las
horas y de los días que transcurren entre los días 11 y 12 de abril del
año 2002. Corresponde a esta Comisión de Asuntos Exteriores valorar
estos días, corresponderá a los investigadores, corresponderá a los
historiadores, corresponderá, si usted quiere, convocar un simposium
sobre nuestra opinión ante estos hechos, pero la escueta afirmación de
esta frase ha inducido, en la política española durante una semana, a
un ambiente de una cierta crispación.
Usted, ministro de
Asuntos Exteriores del Gobierno de España, no puede estar sometido al
constreñimiento, al corsé, a la dictadura de 59 segundos para desplegar
una argumentación compleja como la que inició, la que esbozó y la que
tuvo que dejar por la dictadura de los 59 segundos. No se pueden dar
mensajes simples ante una situación compleja. Usted puede tener, y
tiene, una limitación para responder en un tiempo en una sesión de
control al Gobierno, en una interpelación o en una intervención ante la
Asamblea General de Naciones Unidas, pero usted, señor ministro,
encarna y representa algo demasiado serio, la diplomacia española, como
para prestarse a esta nueva fórmula de debate lúdico que tiene algo de
Pasapalabra. Estamos ante la Comisión de Asuntos Exteriores del
Congreso de los Diputados, no estamos ante la Comisión de control de
Radiotelevisión Española, pero usted, que es diplomático y que es un
hombre viajador, entenderá perfectamente lo que creo que es un buen
modelo de debate. Usted tiene que asistir y usted tiene que participar
en debates televisivos como el debate del Porta a Porta en el RAI-1,
cada noche, a partir de las 11 de la noche. Aquel es un debate modélico
que sería bueno incorporar al debate político a través de los medios de
comunicación españoles, no un debate que hace que usted tenga 59
segundos para explicar una situación que le ha requerido ahora más de
media hora. Estoy convencido de que usted no entró -y esto es parte
seguramente de su error- en los estudios de Televisión Española con el
ánimo de expresar a través de esta frase, ambivalente, la posibilidad
de que el Partido Popular interpretara que había un apoyo ex ante, un
apoyo explícito y previo al golpe de Estado, pero esto ayudó y esto,
sin ningún lugar a dudas, no contribuye a la consolidación de lo que
usted nos ha reclamado, que es un amplio consenso en política exterior.
Paso al tema de Venezuela. En esta Comisión, en cualquier foro
de debate político, podemos hablar ampliamente sobre política exterior,
sobre Venezuela. Ayer, en el Pleno, hablamos sobre Irán y esta tarde,
en una interpelación, seguramente se hablará de muchos aspectos de
política internacional. Pero debemos discutir, entre todos los grupos
parlamentarios, si queremos convertir -y en este aspecto usted inició
este debate-, si queremos somatizar en el debate político e ideológico
español el tema de Venezuela. Es evidente que sobre muchos aspectos se
puede tener un fuerte debate de carácter ideológico; de hecho, hoy aquí
también hemos tenido, y creo que podemos tener en los próximos minutos,
un debate de carácter ideológico. La política española se presta
habitualmente a la caricatura, a los personajes, a las tramas y a otras
cuestiones que ocupan espacios mediáticos importantes, pero todos
nosotros, los portavoces de los grupos parlamentarios y usted, que
involuntariamente inició esta situación y el debate que tenemos en
estos momentos, debemos valorar si el embajador Viturro, si don Pedro
Carmona, si la anterior diplomacia española deben ser los protagonistas
del debate público español en las próximas semanas o en los próximos
meses. Creo que sería importante pasar página. Tomamos nota de sus
explicaciones y cada grupo parlamentario, el conjunto de la sociedad
española, el conjunto de la opinión pública española puede sacar
conclusiones sobre la actuación del anterior Gobierno, como creo que
sacará conclusiones también de la forma en que usted abrió este debate,
pero creo que no es bueno que, al final, el debate político español y
el debate ideológico español pivote alrededor del embajador Vitarro, de
don Pedro Carmona y de, incluso, el coronel Chávez. Usted puede
articular su discurso de política exterior a partir de las relaciones
diplomáticas y a partir de algunos referentes, la única expresión en
este sentido de política exterior.
Ante la situación del giro
a la izquierda en Iberoamérica, nos gustaría más Lagos y menos Chávez
quizás, más Lula y menos Chávez como modelos, reconociendo a todos
ellos la legitimidad y el acceso a las instituciones por un sistema
estrictamente democrático.
Usted ha reconocido el error, lo ha
reconocido diplomáticamente. Alguien, de forma menos diplomática,
podría haber dicho que a usted se le calentó un poco la boca, pero esto
sería muy poco diplomático, yo creo que es más afortunada y más
apropiada la fórmula en que lo ha dicho.
Usted debería
calibrar, y creo que lo ha hecho, las consecuencias de algunas
declaraciones que formula no un respetabilísimo miembro de una tertulia
política, sino el ministro de Asuntos Exteriores, porque a través de
algunas afirmaciones se puede abrir un revisitar, como se dice ahora,
un revisar algunas vinculaciones del pasado de ex presidentes del
Gobierno, de anteriores miembros del Gobierno, con regímenes políticos.
A mí personalmente y a este grupo parlamentario no nos apetece
revisitar estas situaciones, no nos apetece revisitar la relación del
Gobierno español con el presidente Caldera, que indultó a Chávez
después del golpe de Estado del año 1996; no nos apetece revisitar la
relación de algún ex presidente del Gobierno con algún ex presidente de
Colombia que tuvo alguna actuación bastante criticable, a nosotros no
nos interesa esto de cara a consolidar una política exterior de futuro
sólida.
Yo creo que usted ha hecho hoy lo que el lunes en esta
misma sala no hizo el presidente Aznar, que es reconocerse errores y
reconocer ante esta comisión que cometió un error de forma, porque,
como decía hace un momento, al final la forma también puede acabar por
invalidar el fondo.
Intervengo justo antes de que lo haga el
Partido Popular y de que vuelva a intervenir, por tanto, después del
Grupo Socialista. Este grupo parlamentario tiene la autoridad que tiene
y la presencia que tiene en este Parlamento, y yo creo que usted, señor
ministro, debe comprender que simplemente con esta frase el Partido
Popular puede tener una interpretación de implicación ex ante en el
golpe de Estado, y después de sus explicaciones ha quedado claro lo que
quería decir y lo que no dijo suficientemente claro y con suficiente
tiempo en el programa. A usted se le pedirán responsabilidades que
usted ha reconocido, y por parte de este grupo parlamentario con su
reconocimiento del error es más que suficiente, tenemos que mirar hacia
el futuro, y seguro que usted en su segunda intervención encauzará la
situación mirando hacia el futuro.
Termino diciendo que
podemos trabajar intensamente hacia el futuro en materia de política
exterior. La diputada Begoña Lasagabaster hacía referencia al
importante acuerdo que alcanzó esta Comisión de Asuntos Exteriores la
semana pasada, a través de una transaccional entre tres grupos
parlamentarios, entre los cuales el Grupo Parlamentario Catalán, sobre
la situación de Cuba, y celebramos y saludamos la liberación de algunos
presos políticos, presos de conciencia, en las últimas horas. La
diplomacia parlamentaria puede funcionar, por cierto ?y sea dicho de
paso- debe funcionar siempre, y no sometida a contingencias de carácter
parlamentario inmediatas. Hay algunas cosas, a las cuales también ha
hecho referencia la señora Lasagabaster, que no son apropiadas ni
diplomáticamente muy correctas.
Podemos hacer todo esto con el
esfuerzo de todos los grupos parlamentarios, también en este tema, en
el que hoy podemos pasar página, con el reconocimiento inicial de su
error y seguramente reconociendo también que su frase fue lo
suficientemente ambivalente como para provocar una crispación y una
irritación que no es buena ni prudente para generar un clima de
consenso en materia de política exterior.
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor Arístegui.
El
señor ARÍSTEGUI Y SAN ROMÁN: Señor ministro, ¿ha rectificado usted, ha
pedido usted perdón? Yo creo que no. Usted persiste en sus graves
acusaciones, usted no se desdice en absoluto, usted no rectifica, y
usted persiste en decir que en el fondo tenía usted razón. Ya nos
esperábamos esta situación, que usted viniese aquí en la situación de
la calle de en medio: me equivoqué por el sitio, me equivoqué por la
forma, pero no por el fondo. Son calumniosas sus alegaciones, señor
ministro, no injuriosas, son calumniosas, porque usted acusa al Partido
Popular, al Gobierno anterior, de haber cometido un delito, que es
apoyar un golpe de Estado.
No aporta usted nada nuevo y dice
ahora que no dice lo que dijo, y en el papel que usted hizo circular
dijo con toda claridad en el programa, y abro cita: en el anterior
Gobierno (sic), cosa inédita en la diplomacia española, el embajador
español recibió instrucciones de apoyar el golpe. Fin de cita. Eso es
una gravísima acusación y esa es la razón por la que estamos aquí hoy.
El problema no es la televisión ni la duración de su declaración de 59
segundos, el problema es usted, el problema, señor ministro, es que con
estas insinuaciones y con otras implica también una vez más a la
democracia más importante del mundo, los Estados Unidos, porque dice
que, como fuimos juntos el embajador de España y el de Estados Unidos a
ver al autoproclamado presidente Carmona, se subrayaba la implicación
del Gobierno.
El pasado 22 de noviembre se produjo un acto de
extrema gravedad en democracia: un Gobierno democrático y legítimo,
cierto, acusó gravemente a otro Gobierno tan democrático y tan legítimo
de golpista. Ese es el debate de hoy, señor ministro, y no otro. Usted
acusó al Gobierno anterior, al Gobierno de España -y usted forma parte
del Gobierno de España también-, de haber apoyado un golpe de Estado, y
ese es el debate de hoy, no si ocurrió una cosa u otra o qué más
ocurrió, que también podemos entrar si usted quiere en eso.
Usted
ha querido maquillar y esconder el verdadero objeto de esta
comparecencia con una bien urdida cortina de humo. Su calumnia no tiene
precedentes en democracia, señor ministro (Risas.), ni en la española
ni en cualquier otra de nuestro entorno. Yo no me imagino a un ministro
francés, país referente para usted ?cierto que es una de las más
importantes democracias del mundo-, haciendo lo que usted hizo en 59
segundos con un colega de un Gobierno anterior, no se me ocurre, no se
me pasa por la imaginación. Usted sí lo hizo, y eso es muy grave.
Como
ciudadano, como político y como diplomático, me avergonzaron
profundamente sus declaraciones el otro día. No tengo nada más que
decirle en ese sentido. Pero decía usted en ese bochornoso momento que
las instrucciones al embajador eran insólitas. Lo insólito es lo que
usted dijo, porque sus graves acusaciones no eran sólo un insulto al
Gobierno anterior o al partido que lo apoyaba, a sus militantes, a sus
votantes y simpatizantes, lo es a la demodracia (Protestas.), porque si
usted acusa a un Gobierno democrático de golpista es insultar a la
democracia, es rebajar la calidad democrática de nuestro país, cosa que
por cierto suele ser común en sus discursos políticos. (Protestas.)
El señor PRESIDENTE: Por favor, les ruego silencio.
El
señor ARÍSTEGUI Y SAN ROMÁN: Habló usted de respaldo popular el otro
día en el Senado. Yo le garantizo que los votantes del Partido Popular
no respaldan lo que usted dijo, pero lo que es más importante es que
ese rechazo ha cruzado ya las fronteras de partido y en la calle está
el rechazo a lo que usted dijo. Además, señor ministro, ¿por qué ha
dejado usted que se pudra durante diez días? Lo hizo con una intención
muy clara de que calase el mensaje, y a eso vamos. (Protestas.)
Hay
una honda y justificada preocupación en los profesionales de la carrera
diplomática, usted acaba de dar muestra de por qué, una pincelada.
Cuando usted trae información sensible producida por diplomáticos que
tienen contactos sensibles y la revela en la Comisión de Asuntos
Exteriores -no están clasificados esos documentos, no vamos a entrar en
ese tema-, ¿quién va a dar información sensible a los diplomáticos de
España a partir de ahora? ¿Qué Gobierno se va a fiar si van a ser
utilizados los telegramas cifrados para fundamentar políticamente sus
errores políticos, para tratar de justificar sus errores políticos y
deshacer los entuertos que usted ha provocado y meterse una vez más en
otro charco? Le digo más. ¿Qué va a ocurrir? ¿Qué embajador de España
se va a atrever a firmar un telegrama que pueda ser sensible si no
puede fiarse si su ministro va a venir a cualquier comisión de este
Parlamento a airearlo?
Esa -lo sabe usted, señor ministro- no es una cuestión menor.
Esta
grave crisis se produce por su profunda irresponsabilidad política,
señor ministro (Una señora diputada: Por apoyar a los golpistas.), una
preocupante imprudencia y una también visible impericia política. Es
evidente que si usted hubiese tenido cuajo político, a usted ese desliz
no le pasa (¡Qué diplomacia!); un desliz que revela algo con mayor
profundidad, que puede ser hasta su verdadera opinión de este partido
político. Mire, ningún profesional -no ya un político- habría dicho lo
que usted dijo en ese programa de televisión. Ese despropósito político
tiene consecuencias mucho más graves de lo que uno puede imaginar en
este momento.
Usted encaja mal la crítica, señor ministro; se
ve, se pone usted nervioso (Risas.) y reacciona como reaccionó en ese
momento por eso, es evidente. (La señora Blanco Terán: ¡Qué
psicoanalista! - Rumores.) Mire, no hay muchas explicaciones para su
incalificable comportamiento del 22 de noviembre y solo se me ocurren
tres. La primera y la menos grave de todas, es que a usted se le
calentó la boca y perdió los nervios, los estribos y los papeles (La
señora Blanco Terán: ¡Hala! - Rumores.) y eso le inhabilita a usted
para ejercer sus altísimas responsabilidades. Pero, claro, usted es el
ministro de Asuntos Exteriores de uno de los diez países más prósperos
y avanzados del mundo -por cuánto tiempo: mientras estén en el
Gobierno; habrá que preguntarse en todo caso- (La señora Blanco Terán:
¡Ahí vamos! - Un señor diputado: ¡Acabáramos!)
Hubiese podido
arreglar ese problema con una humilde petición de excusas, de fondo y
de forma; no solo de forma y de sitio: también de fondo. Usted ha
acusado al Gobierno anterior, al Gobierno de España -tan democrático y
legítimo como el suyo-, de apoyar un golpe de Estado, y eso es muy,
muy, grave. Serenidad, decía usted: que iba a seguir ejerciendo sus
responsabilidades con serenidad -lo dijo usted en el Senado-. Si usted
hubiese mantenido la serenidad, señor ministro, no estaríamos aquí
ahora; no estaríamos aquí ahora, discutiendo ni debatiendo este
bochornoso asunto.
La segunda explicación, mucho más grave, es
que a lo mejor usted se cree de verdad esas alegaciones calumniosas.
Obviamente, eso representa una profunda incoherencia, porque, al mismo
tiempo que se reafirma usted en esas calumnias, dice tender la mano a
este grupo parlamentario y al Partido Popular. ¡Qué profunda
incoherencia! Yo, desde luego, si creyese que un grupo de esta Cámara
fuese golpista, y por tanto un partido delictivo, jamás le tendería la
mano para un pacto de Estado en materia de política exterior. (La
señora Castro Masaveu: ¡Muy bien!- Rumores.) Entonces, ¿a qué estamos
jugando, señor ministro? ¿Acusa usted de golpista al partido con el que
quiere iniciar un diálogo de Estado en materia de política exterior?
¿Es eso? Esa es la máxima incoherencia, ya lo vemos; una más de las
suyas, una más de las suyas. (Varios señores diputados: ¡Muy bien!-
Aplausos.- Rumores.) ¿Es que cree usted, acaso, que somos una peligrosa
panda de conspiradores y golpistas? (El señor Simón de la Torre:
Peligrosa no, pero... - Rumores.) Desde luego, usted mantiene, como
siempre, el nefasto sostenella y no enmendalla, perseverar no ya en el
error, sino en la calumnia. ¿Cómo cree usted que nos vamos a tomar todo
esto? ¿Cree usted que el calumniado va a sentarse feliz, a negociar con
usted el pacto de Estado? ¿Cómo cree usted que estamos nosotros? Además
de profundamente dolidos, francamente sorprendidos. El calumniado no
puede ni debe considerarle a usted interlocutor; ni puede ni debe
considerarle a usted interlocutor. Usted quiere que aceptemos el
insulto y que nos sentemos con usted a negociar el pacto de Estado,
porque, con eso, lo que estaríamos haciendo sería dar por buenas sus
acusaciones; y eso no va a pasar, señor ministro, pura y simplemente,
no va a pasar. Para el pacto de Estado, no se dan ni las condiciones
objetivas, por las razones que vamos a ver esta tarde en la
interpelación, ni tampoco las subjetivas, porque la persona que tiene
que liderar ese pacto de Estado es usted y ha perdido usted la
autoridad moral para hacerlo. (Rumores.- Varios señores diputados: ¡Muy
bien, muy bien! - La señora Blanco Terán: ¡Hala!)
La tercera
explicación es la más grave. A lo mejor su acusación obedece a algo más
profundo y mucho más peligroso, a nuestro juicio: a una deliberada
estrategia de mancillar, manchar y arrastrar por el lodo el buen nombre
del Gobierno del Partido Popular. (Risas.- La señora Blanco Terán:
¡Lodo!) De mancillar, de insultar y de arrastrar por el lodo el nombre
del Partido Popular. Y, ¿sabe usted?, yo creo que es por una razón,
porque es evidente, tras siete meses de desgobierno, que ustedes no
tienen programa, no tienen proyecto, no tienen equipo y, dentro de tres
años y medio, tampoco van a tener balance que presentar. (La señora
Blanco Terán: ¡Hala!- Rumores.) Por eso mismo tienen ustedes que
destruir a quien consideran el enemigo. Somos sus adversarios
políticos, señor ministro, no sus enemigos; somos sus adversarios, no
sus enemigos (El señor Simón de la Torre: Pues actúa.-Rumores.), y lo
que usted ha hecho con nosotros ha sido tratarnos como enemigos, no
como adversarios; por eso, trátenos con el respeto y el talante que
dice el presidente del Gobierno, quien decía que una de las cosas que
iban a ocurrir en esta legislatura era que iban a respetar ustedes a la
oposición. ¿Es esa la muestra de respeto a la oposición? (Un señor
diputado: La tuya.) ¿Calumniarnos y acusarnos de ser golpistas? ¿Es esa
la máxima muestra de respeto que puede usted producir hacia la
oposición, que es la más importante que ha tenido este Parlamento en la
historia de la democracia, con 148 diputados, se lo quiero señalar?
(Rumores.) Si grave es calumniar, peor es -a mi juicio- venir aquí a
tratar de demostrar que su calumnia es verdad, cuando todo lo que usted
ha producido no hace sino desmentir lo que usted dijo el 22 de
noviembre. Pero usted se reitera, se reafirma y simplemente quiere irse
de rositas, con la excusa de la forma y el sitio. No nos vale; no nos
vale, señor ministro.
Le decía antes que no es usted
interlocutor para nosotros; usted no tiene autoridad moral para liderar
el necesario pacto en materia de política exterior. ¿Es ese su sentido
de Estado, señor Moratinos? ¿Es ese el sentido de Estado que usted
demuestra, cuando daña los intereses generales de España al dañar a un
Gobierno anterior democrático, que eso es también dañar a su Gobierno y
a cualquiera que venga después? ¿Cuántos medios internacionales de
comunicación han dado crédito a lo que ha dicho usted? Pero habrá que
ver dónde queda su opinión después de haber escuchado lo que hemos
escuchado aquí, en esta Comisión, porque desde luego, para hacer las
graves acusaciones que usted hizo, tenía que tener usted mejor equipaje
que el que trajo, francamente.
En fin, ya hemos visto de qué
está hecho su talante cuando ha excluido a un medio de comunicación de
su próxima gira a Oriente Próximo. (Rumores.) Usted ha excluido a la
Cadena Cope. (Risas.) Esa es una muestra más de su talante. Nos vamos a
empachar de talante, con tanta historia y tanto desgaste de la palabra.
(Varios señores diputados: ¡Muy bien, muy bien!- Aplausos.)
Mire
usted, su glosa y su interpretación sesgada de los hechos merecen algún
comentario. Por ejemplo, que usted ha omitido deliberadamente que las
autoridades cubanas hicieron una gestión ante el embajador de España en
dos ocasiones para pedirle su mediación con las autoridades de hecho
venezolanas. Ha omitido usted que en todo momento no hubo
reconocimiento de ningún tipo, ni por parte del embajador de España ni
por parte del Gobierno democrático y legítimo de España a esas
autoridades de hecho. Ha omitido también que la supuesta y famosa
llamada del autoproclamado presidente Carmona no la hizo el presidente
Carmona; la hizo un miembro destacado de un partido político
venezolano, que, sin darle ocasión de decir que no, le pasó el teléfono
a Carmona (Risas.- La señora Blanco Terán: ¡Ahí va!), y duró segundos.
Esa es la realidad, y hay testigos que pueden subrayarlo; lo demás es
mentir, señorías; esa es la realidad. (Risas.- Rumores.)
En
fin, para sacar a paseo las declaraciones de unos y de otros, hay en la
prensa de hoy suficientes muestras de lo que pensaba su partido
(Rumores.- Protestas.- Varios señores diputados: ¿Dónde está el
presidente? - Un señor diputado: ¡Qué maravilla de Comisión!- Otro
señor diputado: ¡Qué vergüenza! - Otro señor diputado: No podemos
seguir esta Comisión sin presidente.- El señor vicepresidente, Benegas
Haddad ocupa la Presidencia.)
El señor VICEPRESIDENTE (Benegas
Haddad): Por favor, les ruego que guarden silencio para que podamos
escuchar con atención la intervención de quien está interviniendo en
estos momentos.
El señor DE ARÍSTEGUI Y SAN ROMÁN: Hay
muestras sobradas de lo que el Partido Socialista pensaba del coronel
Chávez. Hay muchas intervenciones, algunas duras y otras menos duras;
están en la prensa de hoy, no las voy a reproducir. Pero, desde luego,
las crónicas de ese momento decían con claridad que había una crítica
explícita del Partido Socialista al Gobierno del Partido Popular, cito
textualmente: El PSOE ha criticado la actuación del Ejecutivo por
demasiado complaciente con Chávez. Es un periódico del 15 de abril del
año 2002.
Como esa hay muchas más, señor ministro. Si sus
afirmaciones fueran veraces, ¿por qué fueron tan claras las
declaraciones del presidente Chávez el 22 de abril y siguientes,
diciendo que él no pensaba que España había participado en ninguna
intentona golpista ni que lo había apoyado? Lo dijo con claridad. Eso
también lo ha omitido usted. ¿Por qué fue tan cordial el encuentro
entre el presidente Chávez y el presidente Aznar el 16 de mayo de 2002?
Si él hubiese pensado que Aznar tuviese algo que ver con el golpe jamás
habría ido a verle, digo yo. Si el presidente Chávez pensaba que España
estaba tan implicada en el golpe, ¿por qué no vetó la presencia de
España en el grupo de amigos de Venezuela, organizado a instancias del
Secretario General de la OEA? Si era tan evidente, ninguna de esas
cosas habría ocurrido, señor ministro.
Hay declaraciones
sensatas en su partido. Diego López Garrido hizo unas en torno a la
celebración del referéndum revocatorio en el pasado mes de agosto. Dijo
que si había unas acusaciones graves de participación o de apoyo a un
golpe de Estado por parte del Gobierno anterior de España que tenían
que ser demostradas de forma fehaciente y que no había esas pruebas
objetivas. Realmente saludo esas declaraciones como sensatas y
equilibradas. ¡Ya podían ser otras iguales! Le quiero decir que todo
esto es tanto más grave cuanto que usted teniendo acceso a los archivos
sabía todo esto o podía saberlo. Y usted, sabiendo todo esto o pudiendo
saberlo ha acusado al Gobierno anterior, al Gobierno de España,
democrático y legítimo, como he dicho a lo largo de mi intervención, de
ser un partido y un Gobierno que apoyaba golpes de Estado, por tanto,
de cometer un delito, por tanto, una calumnia.
El embajador de
Cuba -y hay un vídeo de las noticias venezolanas de una cadena que se
llama Televen-, en una larga conversación con el alcalde Capriles de
Varuta (¿) -que hoy está en prisión, por cierto-, se refirió a Carmona
como el presidente Carmona. Yo no creo que usted vaya a acusar a Cuba
ni a Castro -amigo de Chávez- de golpismo porque su embajador llamara
presidente a Carmona. En cualquier caso, creo que los diferentes
telegramas que usted ha glosado simple y llanamente demuestran que el
embajador Viturro recriminó el decretazo al autoproclamado presidente
Carmona, que pidió que se respetase la integridad física del presidente
Chávez. También quiero decirle, para concluir, que de las
intervenciones que nos pidieron las autoridades cubanas, la primera fue
para pedirle a las autoridades de hecho que dejaran salir al exilio al
presidente Chávez y la segunda, a las seis de la mañana del 12 de
abril, llamaron al embajador de España, Jesús Gracia Aldaz, para
pedirle que interviniera cerca de las autoridades de hecho para que
cesara el acoso, absolutamente inaceptable, a la sede de la Embajada de
Cuba.
Todo eso significa que las autoridades del Gobierno de
España actuaron de forma impecable, que usted intentó mancillar el
nombre del Partido Popular y del anterior Gobierno, no se sabe muy bien
con qué intenciones, pero desde luego nosotros le decimos que nuestra
posición es muy clara. Las excusas que usted ha dado aquí esta mañana
no nos satisfacen. Debe usted pedir disculpas claramente por el fondo
de la cuestión. Reconozca usted, es muy sencillo: me equivoqué, me
calenté, se me fue la pinza -como dicen los jóvenes-. Simple y
llanamente, usted no tiene razón, no puede usted decir que el Partido
Popular y el Gobierno anterior son apoyo de golpistas, esa es una grave
calumnia, eso es lo que nos trae aquí hoy, no vayamos a equivocar el
punto central de este debate. Por tanto, señor ministro, si usted no
rectifica, mi grupo parlamentario y mi partido van a pedir su dimisión.
(Aplausos.)
El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Socialista, el señor Estrella.
El
señor ESTRELLA PEDROLA: El problema de esta sesión es que, después de
haber escuchado a todos los grupos parlamentarios, parece claro que el
ministro ha demostrado que si algo hizo fue no faltar a la verdad y
que, por tanto, quien tiene el problema a partir de este momento ya no
es el ministro o el Gobierno sino el Grupo Popular ante cuarenta
millones de ciudadanos a los que les tendrá que explicar su conducta y
su actitud. Una actitud que hemos visto ya en los últimos días; lo ha
hecho hoy el señor Arístegui, lo hizo de manera expresa hace ocho días
el señor Zaplana con su habitual estilo, cuando pedía que se
incorporara un nuevo relato a la historia universal de la infamia que
podría llamarse 59 segundos. Hace dos días en esta sala, sin embargo,
hubo otro relato que reclama lugar propio en esa historia inacabada que
inició Borges, y no fue un relato espontáneo, no fue fruto de la
apresuración, fue meditado y premeditado. Hay diferencias, señor
presidente, y muchas. No voy a entrar en este último al que me he
referido, en lo del lunes pasado, pero en lo segundo, sencillamente,
después de escuchar al ministro, no hay infamia; la infamia sería, en
todo caso, las acusaciones y los insultos contra el ministro que
venimos escuchando o la gran falsedad fabricada por los señores Zaplana
y Acebes que pretenden justificar una ruptura de las relaciones
institucionales sobre la base de las declaraciones del ministro, cuando
esas relaciones institucionales desde hace meses el Partido Popular las
ha roto ya en esta Cámara-, incluida la política exterior. El ministro
ha hablado de intervención desafortunada, de incorrección. Yo me remito
a sus palabras. Lo que no hubo en sus afirmaciones -y lo ha dejado hoy
bien claro- fue ni infamia ni calumnia ni mentira.
No estamos
aquí -y me gustaría delimitar el objeto de esta sesión- ni para
investigar la trama del golpe ni para reconstruir su historia. Desde el
Grupo Socialista tampoco estamos aquí ni para juzgar el régimen del
coronel Chávez ni el del inspector Aznar, nos da igual. No queremos
averiguar ni calificar qué hicieron otros países u otros actores, ni
siquiera juzgar simpatías o antipatías. Queremos saber -y para eso ha
venido el ministro y lo ha explicado de manera detallada- qué hizo el
Gobierno de España entre el 11 y el 14 de abril de 2002; no antes del
11, no después del 14, porque eso ya es irrelevante, sino entre el 11 y
el 14, y en qué grado esa conducta es conforme a la práctica
diplomática de este país; es decir, si apoyó o no apoyó el golpe del
señor Carmona y al señor Carmona autor del golpe.
De las
palabras exactas del señor ministro queda claro que sería una auténtica
infamia o una calumnia atribuirle o exigirle responsabilidades por lo
que no salió en ningún momento de su boca ni que está en su mente. Ni
llamó golpista a nadie del Gobierno, como ha vuelto ahora a insinuar o
a afirmar el portavoz del Grupo Popular, ni le atribuyó haber instigado
o coadyuvado al golpe. El ministro hace bien en pedir disculpas por el
lugar en el que realizó esa afirmación en voz alta, que tiene un
contenido político evidente, pero no hace bien en no pedir disculpas,
porque no debe hacerlo, porque no tiene por qué hacerlo, por haber
afirmado algo que por otra parte era conocido de todos, estaba en el
ABC del 13 de abril de 2002, era conocido por todos los españoles; otra
cosa es la oportunidad política de reabrir ese tema. Por tanto, eso
honra al ministro.
El señor Arístegui, que nos pedía
indulgencia para el señor Rajoy por haber dicho aquello de que no fue
ni el tato, explicando que lo había dicho en un contexto, con la
tensión de los mítines? Parece que eso sólo vale para el señor Rajoy.
Mi impresión, señorías, es que el Partido Popular sobreactuó, sigue
sobreactuando y ello ha llevado al Gobierno y al ministro a decidir
venir aquí -y ha hecho muy bien- a dar las explicaciones. Pero yo
quisiera recordarles algo. El Grupo Popular ha pedido -y hoy lo ha
reiterado- la dimisión del ministro. ¿Saben ustedes cuántas dimisiones
de ministros del Gobierno del Partido Popular -el número exacto no lo
sé- se pidieron en la legislatura pasada? Se pidió la dimisión a un
total de once ministros en la legislatura pasada.
La primera
de ellas y la última reflejan el nivel intelectual de aquel Gobierno,
desde aquella de Arias Cañete diciendo que el plan hidrológico se
aprobaría ?y perdóneseme la expresión- por cojones (Risas.) a la otra,
del ministro Trillo, la última diciendo que hubiera querido ser
ministro hace ocho años para poder tomar el islote de Perejil y que
pudieran pescar allí los pescadores españoles. Pero hubo más, su
antecesora con aquella extravagante afirmación de que la guerra de Irak
beneficiaría a la economía, haría subir las bolsas, haría bajar el
petróleo, y luego hubo otras del ministro Piqué, y eso vuelve a ser un
capítulo para la historia de la infamia, del ministro Cavanillas,
utilizando, al parecer, telegramas cifrados para urdir una gran infamia
contra el anterior presidente del Gobierno acusándole de traidor a la
patria por unas entrevistas que jamás se celebraron, o la otra gran
infamia del Yakolev 42. Pero hay otras más por las que no se llegó a
pedir la dimisión, probablemente porque no queríamos ya volver a esa
etapa que creíamos olvidada de nuestra historia de váyase señor
González, de la crispación en este país. Parece que el Grupo Popular
tiene la piel de seda y la boca ya de otro material bastante más firme
y sólido. (Risas.) Cuando el anterior presidente del Gobierno afirma
que el objetivo del Partido Socialista al apoyar las manifestaciones es
conseguir en la calle lo que no puede conseguir en las urnas, ¿debemos
interpretar que se nos está acusando de golpistas? Cuando el anterior
presidente del Gobierno acusa al Partido Socialista y a la oposición de
estar deseando que vuelvan ataúdes con cadáveres de Irak, ¿cómo debemos
calificarlo? Y eso se hace en la más absoluta impunidad, y a ninguno de
los grupos presentes en esta Cámara, ante toda esa sarta de
barbaridades y otras más que no he citado, en ningún momento se nos
pasa por la cabeza decir vamos a romper las relaciones institucionales,
tratamos de exigir -no con mucho éxito porque escurrían el bulto- que
rindan cuentas, que vengan a asumir aquí sus responsabilidades. Pero a
todos ellos se les aplicó la doctrina Aznar, y es que las
responsabilidades políticas son para otros. La mayoría de ellos no
dieron la cara, no asumieron sus responsabilidades, no mostraron
arrepentimiento y solo ocasionalmente alguno pidió excusas o pidió,
como el señor Trillo, que se dieran por no pronunciadas sus palabras.
Por lo tanto, señor ministro, no tiene usted por qué disculparse de lo
que dijo -se ha disculpado usted por haberlo dicho donde lo dijo-, y,
con los antecedentes que hay, lo que le honra realmente es haber hecho
lo que otros no tuvieron el coraje de hacer (Aplausos.), y lo ha hecho
usted aquí, en el Parlamento, donde corresponde, asumiendo sus
responsabilidades. Ha sido una intervención la suya a la que el
portavoz del Partido Popular no se ha referido para nada, probablemente
porque no tiene nada que contestar a una argumentación detallada, que
no ha hecho usted con el estilo Zaplana, sino con rigor, con
honestidad, digámosle, con el estilo Moratinos (Risas.- Aplausos.)
explicando aquí lo que nadie podría explicar en 59 segundos y de manera
demoledora. (Un señor diputado: Le estás ayudando. El señor Cortés
Martín: Muy bien, Estrella.) Creo, señor presidente, que estaremos de
acuerdo en que no condenar, endosar y tratar de aportar legitimidad
internacional a un golpe es apoyarlo, es así de claro. Y aquí no se
trata de pruebas circunstanciales, están los telegramas. También parece
evidente que apoyar un golpe es contrario a la práctica diplomática que
sigue y respeta España. El ministro ha demostrado de manera rigurosa y
minuciosa que el Gobierno anterior hizo esas tres cosas a través de
instrucciones al embajador y de acciones en nombre de la Unión Europea.
El Partido Popular hoy ha abandonado una teoría que utilizó bastante
anteriormente y es que, en realidad, no era un golpe porque había un
vacío de poder o porque parecía que Chaves había firmado una renuncia,
incluso Aznar lo comentaba en una réplica parlamentaria (una vez que se
supo que Chaves había presentado la renuncia, ya cambiaron las cosas).
Pero la realidad es que Chaves no había renunciado, que hubo golpe, que
con o sin renuncia no había vacío de poder, como lo ha demostrado el
ministro, porque había unas previsiones sucesorias institucionales, que
el Gobierno envió al embajador, no en nombre de la Unión Europea -que
presidía, por cierto-, y fueron los dos primeros visitantes del Palacio
de Miraflores --------después de entrar el señor Carmona a punta de
pistola al Palacio de Miraflores, parecer ser, según noticias de
agencia, que los dos primeros que entraron fueron ellos- y el Gobierno
da un comunicado -que se lo entrega al señor Carmona después de haberse
promulgado el decretazo que disuelve las instituciones democráticas del
país- y nos hemos enterado ahora que el señor Aznar estaba hablando con
un amigo que estaba allí con el golpista y que, entonces, el amigo le
dijo: oye, que tengo aquí al golpista, a mi lado, te lo paso y habla
con él. (Risas.- Aplausos.) Y se nos ha dicho que el Gobierno atacó con
ferocidad a los golpistas -no sé de qué manera lo hizo-. Lo único que
conozco es esa declaración en nombre de la Presidencia de la Unión
Europea en la que se dice que manifiesta el Gobierno la confianza y el
apoyo en el Gobierno de transición. Bueno, es un reconocimiento. Y,
señor presidente, y con esto voy acabando, el Gobierno tenía la
obligación de saber ?tenía la información de lo que estaba ocurriendo,
por ejemplo, en el Grupo de Río-, y si el Gobierno no era consciente,
si actuó de buena fe, que sería una oportunidad que tendrían ustedes
-es difícil de sostener-, ¿podríamos cuanto menos hablar de
irresponsabilidad del Gobierno, podríamos hablar de incompetencia de
los responsables, de torpeza, de error, de ineptitud del Gobierno ?de
torpeza de los golpistas habla el embajador Viturro en su telegrama-?
Pero ello no resta un ápice a la verdad, hubo un apoyo al golpe de
Estado. Dicho esto, señor presidente, no queremos juzgar las acciones
del Gobierno anterior, queremos pasar página. Para mi grupo Aznar y lo
que hizo es el pasado, aunque para ustedes pueda ser su presente y yo
no sé si su futuro. (Risas.) El ministro ha dado las explicaciones,
sigue vigente nuestra voluntad de no hurgar en el pasado, pero el líder
de su partido ha hecho una propuesta de un pacto de Estado en política
exterior que ustedes vienen dinamitando con la práctica política en
materia de política exterior desde el día en que lo hizo sobre Cuba,
sobre Gibraltar, sobre el Sahara, cuestionando no ya la estrategia o la
práctica del Gobierno, sino si el Gobierno está respetando los pilares
fundamentales de la política exterior de España a lo largo de la
historia sobre esos tres temas; eso se llama estar echados al monte,
eso se llama utilizar la política exterior para fines partidistas, eso
se llama que, al final, la política exterior del Partido Popular ya no
es el pacto de Estado con el que Rajoy parecía querer iniciar una senda
autónoma, sino que ya es otro el que le escribe el guión y es la
bancada delantera del Grupo Parlamentario Popular la que ha decidido
que la política exterior es elemento de confrontación de la política
cotidiana, de la crispación y de la tensión.
Señor presidente,
ayer tuvimos noticias de la liberación de Raúl Rivero y hoy quiero
expresar y dejar constancia aquí de la profunda satisfacción de mi
grupo por la liberación del más representativo de los disidentes
cubanos que estaban encarcelados y de que también quedan otros. Esto
demuestra -y no me voy a referir a lo que hicieron otros, a otros
políticas y a otros gestos-, como dice el señor Rivero hoy mismo en una
entrevista, que la nueva política española es más efectiva, que el
diálogo es mejor que la presión, que nunca la confrontación en política
resuelve nada, y querría añadir algo más: algún día se sabrá lo que
tuvo que ver la Cumbre Iberoamericana de Costa Rica con estos
acontecimientos que estamos viviendo en estos días, y ese día me
gustará escuchar al que dijo que allí no había ido ni el Tato cómo
valora los acontecimientos.
Señor presidente, corresponde al
Grupo Popular decidir si quieren una política exterior de Estado o no,
admitiendo las críticas, admitiendo la controversia, acusaciones e
insultos. Nosotros nos hemos sentido profundamente insultados por el
presidente del Gobierno, por el ministro de Asuntos Exteriores, por
diferentes ministros de su Gobierno y no hemos abandonado las
instituciones como ustedes están amenazando con hacerlo, corresponde al
Partido Popular decidirlo. Desde mi grupo responderemos siempre al
insulto, a la confrontación, a la demagogia con rigor y con firmeza; a
la oferta sincera de diálogo y de cooperación leal vamos a responder
con igual lealtad y con mano tendida. Deseo acabar dando las gracias y
diciendo que mi grupo parlamentario se siente honrado de apoyar al
ministro de Asuntos Exteriores, no porque sea nuestro ministro, no por
su capacidad diplomática probada, política, sino porque? (Un señor
diputado: Por el estilo Moratinos.) Sí, también por el estilo Moratinos
que contrasta con el estilo Zaplana (Un señor diputado: Mejor estilo el
De Palacio.), sí, señor, precisamente por eso (Aplausos.), porque ese
estilo Moratinos al que se ha referido el diputado es el estilo de
asumir las responsabilidades, de dar la cara y de estar comprometido
con la verdad. Por eso, muchas gracias, señor ministro. (Aplausos.)
El
señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor ministro de Asuntos
Exteriores y Cooperación para dar respuesta a las diversas
intervenciones.
El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y
COOPERACIÓN (Moratinos Cuyaubé): En primer lugar, quiero agradecer a
todos los que han intervenido, incluido el portavoz del Grupo Popular,
por haber reconocido que he asumido mi error en la forma. Por lo tanto,
quiero dar las gracias a todos los que han participado en esta
comparecencia, porque de manera dialogante, informando y diciendo la
verdad se hace política con credibilidad, credibilidad para los
ciudadanos, credibilidad para las instituciones democráticas y
credibilidad para esta Cámara.
De todo lo que he escuchado en
las intervenciones de los diferentes portavoces, me van a permitir, en
primer lugar, subrayar las conclusiones que he extraído. Hay
unanimidad, excepto por parte del Partido Popular, de que lo informado
en esta Comisión refleja claramente que en Venezuela hubo un golpe de
Estado y que la actitud y comportamiento del entonces Gobierno español
no respondió a las prácticas diplomáticas y a lo que debe ser un
compromiso español de respaldo a las instituciones democráticas. Desde
la representante de Eusko Alkartasuna, Begoña Lasagabaster, que dice:
No tenemos temores en señalar que hubo reparos en condenar esta
actitud; el representante del Grupo de Coalición Canaria que lo
califica de error tremendo; el representante de Izquierda Unida dijo
que el error se podría calificar de desaguisado; el señor Erkoreka
señaló que el Gobierno -anterior- no queda bien parado; hasta el propio
representante de Esquerra Republicana, señor Puigcercós, quien también
criticó como lamentable hecho la actitud del Gobierno español. Asimismo
el representante del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió)
distinguió entre lo que era la interpretación de mis palabras,
afirmaciones y declaraciones entre lo que es el apoyo ante o el apoyo
post. Sobre estas cuestiones volveré.
Quiero señalar -y
volveré de manera más explícita a exponer mis posiciones en relación
con las afirmaciones del portavoz del Partido Popular- que vuelvo a
insistir en mis declaraciones que ni siquiera duraron 59 segundos,
porque se me interrumpió en varias ocasiones y concluyó el programa, no
tuve ni siquiera ocasión de volver a ellas, es verdad que el término
apoyó pueda dar lugar a equívocos y en ese sentido la interpretación
que hace el representante del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència
i Unió) es acertada. Por eso en mi comparecencia he dicho que en ningún
caso se puede interpretar de mis declaraciones que hubiese señalado que
el anterior Gobierno instigó o participó en la organización o
planificación de cualquier trama o golpe militar en Venezuela. Eso no
lo dije en el programa de televisión, desde luego no lo he dicho en
esta comparecencia y no lo digo de nuevo en esta intervención.
En
segundo lugar, quiero señalar que lo que sí que dije y lo que sí creo
he demostrado con las distintas informaciones que he trasladado a
SS.SS. es que el Gobierno español, que conocía perfectamente el
desarrollo de los acontecimientos en Venezuela, no tuvo la apreciación
política o quiso avalar o apoyar en el sentido de legitimar
internacionalmente los acontecimientos que se estaban desarrollando en
Venezuela y, por lo tanto, no condenó y, por lo tanto, sí avaló y, por
lo tanto, sí legitimó internacionalmente una situación que mirada,
tanto hoy, como posteriormente, como en el futuro, cualquier ciudadano
español, cualquier demócrata español, no puede apoyar. (Rumores.)
Cometió un error de gestión, de crisis política o diplomática. Esa es
mi denuncia y mi crítica al anterior Gobierno: se equivocó en cómo
gestionar la crisis. Impartió instrucciones equívocas a su embajador en
el sentido de tratar de salvar o paliar las consecuencias de lo que era
un golpe militar y en lugar de apoyarse en el Grupo Río o apoyarse en
las declaraciones de la OEA prefirió incluso incentivar una
declaración, un documento conjunto con los Estados Unidos y luego él
mismo, con la presidencia de la Unión Europea, llevó la delantera y sin
que hubiese posibilidad de respuesta de los socios europeos,
prácticamente legitimar ese golpe militar. Por lo tanto, todos hoy
coincidirán conmigo en que lo que se produjo en Venezuela fue un golpe
militar y la única crítica -crítica que no es necesario reabrir y en
eso estoy de acuerdo con muchos de los intervinientes- es porque no
pedí una comparecencia parlamentaria con anterioridad. No quiero
reabrir la historia de España, no quiero reabrir los distintos
dossieres diplomáticos sensibles, pero cuando me veo en la obligación
de demostrar la veracidad de mis declaraciones, tengo que hacerlo
porque me lo exigen y reclaman los ciudadanos españoles. En ese
sentido, vuelvo a insistir, mi crítica es el error de apreciación del
anterior Gobierno que no supo o no quiso -ahí no entro en juicio de
valor-, yo me he limitado a decir que no supo gestionar una crisis
importante en un país importante para España, como es Venezuela. En ese
sentido estoy de acuerdo en que se podría haber llevado a cabo otro
tipo de política; se podría haber apoyado el Grupo de Río; se podría
haber apoyado, incluso, la declaración de la OEA. Porque, no sé si lo
sabrán los diputados del Grupo Popular, Estados Unidos condenó el golpe
antes que el Gobierno español. Estados Unidos condenó el golpe el día
13 por una declaración de la OEA (Rumores.) y nuestro país y nuestro
Gobierno no lo condenó, fuimos los últimos de Venezuela, esperamos a
que el golpe fracasase para cambiar de lenguaje y cambiar de actitud.
Esos son los hechos, los documentos y la realidad. Eso no se puede
cambiar. Yo no me puedo desdecir de lo que es la historia, los hechos,
las actuaciones y los comportamientos políticos y diplomáticos. Por lo
tanto, asumiendo mi error en la forma y asumiendo mi error en el
escenario donde se producen mis declaraciones, no puedo asumir mi error
sobre la veracidad de lo que aconteció y se desarrolló del 11 al 14 de
abril de 2002.
Contestaré a continuación brevemente a cada uno
de los intervinientes. Lo que yo he podido recabar de la mayoría de
todos ellos ha sido una voluntad, primero, de reconocer que sobre esta
cuestión hay una voluntad de pasar página, de querer mirar hacia el
futuro, de que sirva de ejemplo para no repetir que un Gobierno español
-sea quien sea el gobernante, sea del Partido Popular, de Coalición o
sea del Partido Socialista- vuelva a estar directa o indirectamente
implicado o legitimando una situación inconstitucional. (Rumores y
protestas.) Legitimando internacionalmente?
El señor PRESIDENTE: Perdón, señor ministro.
Por favor, después tendrán oportunidad, porque habrá un turno de réplica para contestar mediante la palabra.
El
señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Moratinos
Cuyaubé): Decía que legitimando institucionalmente un golpe militar.
Eso lo denuncia la Carta Interamericana, esto no se puede reconocer con
viejas teorías como la teoría Estrada. El reconocimiento político y
diplomático se hace con actos y con gestos diplomáticos y el acto y el
gesto diplomático fue la visita de nuestro embajador al presidente
electo, al presidente provisional, Carmona.
Quiero señalar a
la diputada Lasagabaster que estoy de acuerdo con ella en el sentido de
que, aparte de la forma, que ya le he reconocido el error de mi parte,
lo que tenemos que buscar es una voluntad de política exterior, sin
estridencias, con voluntad de diálogo, con voluntad de consenso,
evitando todo tipo de crispación y en ese sentido podrán contar siempre
con el Gobierno y con este ministro.
Al representante del
Grupo de Coalición Canaria, le quiero decir que es verdad que hay
300.000 canarios en Venezuela y esa tenía que haber sido la mayor
preocupación en su momento del Gobierno y del embajador. Le pondré un
ejemplo, incluso un tanto chocante. ¿Cuál fue el comportamiento del
embajador de España en el entonces golpe militar de Allende? Era la
época franquista, era un embajador tradicional, su obligación y su
responsabilidad fue salvar a los españoles, a muchos demócratas,
arriesgando su vida, llevándolos en su vehículo y así se ha reconocido
en distintos libros publicados sobre el golpe de Pinochet.
En
el caso de Venezuela toda la comunicación que tenemos es si se va o no
se va a ver al presidente Carmona. No hay una comunicación ni una
preocupación sobre qué está ocurriendo con la colonia y con los
españoles en Venezuela. La única preocupación es cómo legitimar, avalar
o salir del embrollo que el propio Carmona lleva al Gobierno español y
a las otras situaciones internacionales. Pero no hay una comunicación
en el sentido de si la colonia está bien o si está preocupada. Eso es
una diferencia de estilo y de comportamiento, incluso con un embajador
que actuó durante el golpe de Allende.
Dice el diputado
Mardones que es verdad que había tres tipos de comunicados. El
comunicado de la Unión Europea, a iniciativa de la Presidencia
española, que además es muy paradójico, si lo leen. Al comienzo actúa
correctamente y dice: En nombre de la Presidencia -porque es lo que
ellos pueden asumir-, pero en el último párrafo hablan: la Unión
Europea. Ya no hay matiz, es la Unión Europea y el Gobierno español se
autocalifica para designar si hay un Gobierno provisional y no se
preocupa de la situación del ex presidente o del todavía presidente
Chávez. Respecto al comunicado conjunto, es verdad que existe un
diálogo político reforzado y en ese sentido totalmente válido que
Estados Unidos y el Gobierno español consultasen y buscasen un acuerdo
y lo firman los gobiernos, pero no lo firman los gobiernos, solo hay
dos gobiernos que los asumen. Pero lo más importante es que este
comunicado se hace a iniciativa española. El Grupo de Río condenó -como
he dicho anteriormente- y 19 países latinoamericanos se opusieron
frontalmente al golpe y el Gobierno español que tiene tanta
sensibilidad iberoamericana -yo me imagino que el Grupo Popular debe
reconocerlo- tendría que haber tomado en consideración la posición de
19 países latinoamericanos. Pero es que los principales países
latinoamericanos tampoco se sumaron, intentaron convencerlos y no lo
consiguieron.
En cualquier caso, creo que es cierto -como
decía el diputado Mardones- que no era el lugar ni el escenario
apropiado. Como ministro de Asuntos Exteriores, cuando asumí mi
responsabilidad, lógicamente, estudié todos los expedientes y uno de
ellos fue el de Venezuela y ahí es cuando conocí esa actitud y ese
comportamiento del anterior Gobierno, pero creí -y eso es cierto- que
no era oportuno reabrir heridas y volver al pasado. Lo que ocurrió es
lo que ocurrió, fue un programa televisivo, un programa con enorme
crispación y allí salió la verdad. La verdad fue afectada lógicamente
por la forma, pero sobre el fondo -vuelvo a insistir- que lo dicho y
distribuido a todas SS.SS. es lo que contará y lo que los ciudadanos
españoles tendrán como punto de referencia. Vuelvo a insistir en que
Venezuela merece una relación intensa con España, Venezuela merece que
cualquier gobierno elegido democráticamente reciba el apoyo y, por
tanto, el interés de cualquier gobierno español. Desde luego, esa será
la política de nuestro Gobierno en relación con Venezuela.
Al
señor Llamazares quiero agradecerle sus palabras de gratitud por la
verdad, por la comparecencia y por el talante constructivo. Coincido
con el diputado Llamazares en que lo importante es que los ciudadanos
conozcan la verdad y eso se podrá discutir, se podrá interpelar, pero
la verdad de los hechos -vuelvo a insistir- es la que la ciudadanía nos
está pidiendo y exigiendo y es lo que hemos hecho hoy en esta sesión
parlamentaria. El segundo elemento importante de mi intervención, señor
Llamazares, es la defensa de los principios democráticos. Yo creo que
ahí nadie, ni siquiera el Partido Popular, que yo le reconozco que
siempre ha defendido los principios democráticos, incluso hablan de la
alianza de democracias, estará dispuesto en el futuro a no legitimar o
no avalar ningún golpe militar. No les pido ni más ni menos, que no
avalen ni legitimen un golpe militar. (Fuertes protestas.-Varios
señores diputados pronuncian palabras que no se perciben.-Un señor
diputado: ¡Caradura!)
El señor PRESIDENTE: Señorías, después
su portavoz va a tener? (Rumores.) Si me permiten? (Un señor diputado:
¡Nos está insultando!) Por favor, después será el representante de su
grupo quien tenga el suficiente? (Un señor diputado: Es que no se puede
protestar.) Perdón, no se puede protestar, salvo intervenir y,
consecuentemente, dejen al señor ministro acabar su intervención.
Respetemos las reglas de juego y después su portavoz?(Continúan las
protestas.) Por favor, también los diputados del Grupo Socialista. (Un
señor diputado pronuncia palabras que no se perciben.- El señor Madina
Muñoz: Es que le ha llamado hijo de?) Por favor, no he oído yo eso ni
ningún miembro de la Mesa. (Rumores.-Protestas.) Lo que importa es que
lo oigamos nosotros y no ustedes y sentimos no haberlo oído nadie de la
Mesa, y la Mesa es plural. Por tanto, respeten unos y otros las reglas
de juego. Dejemos acabar al señor ministro por duras que parezcan para
alguna parte de la Cámara las expresiones y después tendrá el tiempo
debido su portavoz para replicarle con la dureza que estime
políticamente oportuna lo que ha dicho el señor ministro. Pero dejen
acabar las intervenciones respetándose mutuamente, forma parte de la
educación, en mayúsculas, no de la política en particular.
El
señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Moratinos
Cuyaubé): Vuelvo a señalar que estoy seguro de que el Partido Popular
siempre defenderá la defensa de los valores democráticos y, como estoy
convencido, no me cabe ninguna duda de que así será en el futuro.
En
cualquier caso, quiero decirle al señor Llamazares que no tenemos
pruebas fehacientes ni documentos en el ministerio ni en el
departamento sobre esa presencia en la toma de posesión del presidente
Carmona y, por tanto, no puedo avarlarlo ni desmentirlo.
Yo me
he limitado a defender, a explicar y a transmitir los documentos que
tenemos. Por lo tanto, no puedo valorarlo. Puede ser que sea verdad. No
tengo elementos suficientes para interpretar la participación o no y
los aplausos del entonces embajador español en Caracas.
Al
señor Erkoreka, un pequeño dato. Me imagino que habrá sido por
equivocación, pero es lógica. Hay esa percepción de que el actual
presidente Chávez dio un golpe de Estado, lo perdió y posteriormente el
presidente Caldera convocó elecciones y las ganó legítimamente el
presidente Chávez. Ha habido seis elecciones y las seis, tanto
nacionales como municipales, las ha ganado el señor Chávez. Nos guste o
no nos guste, esa es la voluntad popular de Venezuela. Por lo tanto,
tendremos que asumirlo y respaldarlo.
Decía el señor Erkoreka,
y es verdad, que a nadie le gustan los regímenes dirigidos por botas y
por uniformes militares. Lo que hace falta en el futuro es precisamente
consolidar las instituciones democráticas en Venezuela.
En el
ministerio y por parte nuestra no hay en absoluto ninguna información
en relación con la operación Balboa, y vuelvo a reiterar aquí lo que ha
sido siempre no solamente mi voluntad, sino mis afirmaciones: en ningún
momento he dicho, digo o diré que el anterior Gobierno instigó o
participó en cualquier tipo de golpe militar. Eso no lo he dicho, no lo
digo ahora y no lo diré, porque no es verdad, según las informaciones
que tenemos. Lo que sí he dicho es que -vuelvo a insistir- avaló y dio
lugar a que se pudiese o intentase obtener una legitimación
internacional.
Al señor Puigcercós quiero agradecerle
lógicamente su apoyo, reconociendo el desliz. En ese sentido, he
asumido y he pedido mis disculpas. Creo que lo importante es seguir
trabajando de cara al futuro en ese marco de política exterior, de
diálogo y cooperación, en el que la democracia, el Estado de derecho,
el respeto a las libertades tiene que ser el objetivo máximo de todo
país democrático como el español.
Quizás las primeras
críticas, un tanto más matizadas, vienen de Convergència i Unió, en el
sentido de la inoportunidad de mis declaraciones sobre la forma porque
en parte afectan al fondo. Yo discreparía un poco. Yo creo que la forma
es la forma; lógicamente la forma puede afectar al fondo, pero usted
mismo, señoría, ha indicado que en 59 segundos difícilmente se puede
explicar todo ese periodo trágico que vivió Venezuela. Me quedo con los
elementos críticos, que asumo, y por lo tanto estoy dispuesto a llevar
cabo, que es pasar página. Creo que entre todos tenemos que poner un
punto final a esta polémica y mirar hacia el futuro. Es cierto que la
forma no era la más adecuada ni el momento el más apropiado y que un
ministro de Asuntos Exteriores no debe acudir a ese tipo de programas y
de escenarios. Para que la ciudadanía conozca la realidad y la verdad
lo mejor es el escenario parlamentario. En ese sentido, tomo y asumo mi
cuota de error, mi cuota de no haber estado afortunado y deseo mirar
hacia el futuro para que no se den ocasiones que puedan llevarnos a
este tipo de polémica y de crispación, que no benefician a nadie.
Me
queda por comentar la intervención del portavoz del Partido Popular.
Señor Arístegui, no creo que haya aportado usted ninguna razón. Yo
desde luego he tenido no solamente la humildad, sino la responsabilidad
de pedir perdón y disculpas en la forma. Pero lo he descrito a toda
esta Comisión y he narrado los hechos. He dado suficiente información
de cómo se produjo la actitud y el comportamiento del anterior
Gobierno. Usted trata de descalificarme. Es legítimo en política y en
sede parlamentaria. Asumo las críticas y todo tipo de
descalificaciones, que llevo aguantando con una cierta serenidad,
aunque lógicamente ese programa concluyó con un tono que no es mi
estilo. En cualquier caso, yo le diría que todavía no ha informado a la
Cámara, a la Comisión, y no me ha desmentido en todos los hechos y en
la narración que he hecho política diplomática, que desmonta lo que es
ese sentimiento, como usted ha dicho, que el comportamiento del
Gobierno anterior fue impecable. Yo no sé si es impecable avalar o
legitimar un golpe militar (Rumores.); yo no sé si es impecable
oponerse a la mayoría de los 19 países latinoamericanos; yo no sé si es
impecable jugar en un periodo difícil de transición política y no
esperar a que se resolviese la crisis; no sé si es impecable no
defender a un presidente constitucional; no sé si es impecable no
defender la aplicación de la Constitución venezolana y no solamente el
artículo 350, sino también el 233. Eso es lo que hubiese sido una
actuación impecable: el haber movilizado a la Unión Europea, a los
norteamericanos, a los socios latinoamericanos, para evitar ese vacío
de poder que no existe, porque la Constitución venezolana no contempla
el vacío de poder; hay cuatro posibles sucesiones de Estado. Por lo
tanto, ni el Gobierno español ni nuestro embajador intentaron paliar
ese vacío legal del artículo 233. Eso no es impecable. Impecable puede
ser que la comunidad internacional, incluso en un tema como el de
Haití, convoque al Consejo de Seguridad; impecable es buscar y hablar
con Chávez o con la oposición de Ucrania y con el presidente electo;
impecable es acercar posiciones, evitar rupturas, pero no bendecir de
una manera inmediata lo que podía darle legitimidad internacional. Me
imagino que ahora responderá que sigo calumniando, que sigo
denunciando. No es así (Rumores.) Yo he tenido la humildad de reconocer
mi error sobre la forma. Yo les pido que tengan la humildad de
reconocer el error sobre el fondo. (Aplausos.) Yo no me voy a ir de
rositas; no. (Aplausos.) Yo me voy a ir con la cabeza muy alta
(Aplausos.) por esa puerta de haber informado a esta Comisión y a la
ciudadanía española de que yo no falté a la verdad en mi programa, pero
que sí cometí un error de forma, y eso lo asumo y lo reconozco.
Muchas gracias. (Aplausos.)
El
señor PRESIDENTE: Vamos a abrir un turno de réplica, que lógicamente va
a ser mucho más riguroso en cuanto al tiempo. Esta Presidencia entiende
que hay que dar más minutos a los dos grupos mayoritarios que a los
demás. Por parte del Grupo Parlamentario Mixto tiene la palabra la
señora Lasagabaster.
La señora LASAGABASTER OLAZÁBAL: Aquí hay
una cuestión muy clara, y es que lo que se nos ha descrito por parte
del ministro de Asuntos Exteriores nadie lo ha cuestionado; es decir,
nadie ha cuestionado una serie de telegramas, que se considerarán
materia sensible o no, pero nadie ha cuestionado el contenido de lo que
aquí se ha dicho. A partir de ahí cada uno podrá hacer las
interpretaciones que entienda oportunas. ¿Corresponde esa práctica y
esa política de ese contenido de los hechos que conocemos y de los
telegramas a una práctica normalizada de otros países de la Unión
Europea? ¿Es lo mismo que han hecho otros países del Grupo de Río? ¿Es
lo más normal y lo mejor que se puede hacer en unas circunstancias de
esta naturaleza? Cada grupo podrá determinar si realmente entiende que
a eso puede aplicarse el baremo de apoyar no actuación impecable, no
estar con las previsiones constitucionales, etcétera. En todo caso, el
Grupo Parlamentario Popular tampoco ha cuestionado en ningún momento
que los hechos que se han relatado fueran esos.
A partir de
ahí cada uno, haremos nuestras interpretaciones y en ese sentido
haremos las matizaciones correspondientes con relación a cómo se puede
calificar la anterior política en este aspecto del Gobierno del Partido
Popular. Dicho esto, haría una recomendación. Yo entiendo que alguien
se pueda sentir ofendido cuando se le acusa de una u otra cuestión,
pero sinceramente ?y no se lo digo al señor Arístegui con el que tengo
muy buena relación personal y no ha llevado precisamente él este tipo
de actuaciones- reflexionen. Si les ofende determinado tipo de
valoraciones sobre una determinada política o no, que piensen las que
ellos han emitido, calumnias, con relación a otras políticas de otras
fuerzas parlamentarias absolutamente legítimas, absolutamente legales y
absolutamente ajustadas a derecho. Ustedes nos han imputado a muchas
personas que estamos aquí sentadas calumnias imputándonos delitos y
sabiendo de su falsedad. (El señor Guerra Zunzunegui: ¿Cuáles? Hay que
decirlo- Rumores.) Muchos.
El señor PRESIDENTE: Por favor, señorías.
Le ruego que vaya acabando.
La
señora LASAGABASTER OLAZÁBAL: Cuando se nos habla de connivencia con el
terrorismo; cuando se nos habla de responsables de asesinatos; cuando
se dirige una a la tribuna y tiene que escuchar constantemente palabras
como asesinos, asesinos; dígame usted si eso es calumnia o no. Esta es
la realidad que nosotros hemos vivido claramente. Ustedes tienen la
piel muy fina desde el punto de vista político y si se ofenden apliquen
su mismo principio, que no les gusta ser ofendidos a los demás porque
esas palabras se han emitido y esas políticas se han hecho. Vuelvo a
reiterar que acusar a partidos, en este caso a Eusko Alkartasuna y al
Partido Nacionalista Vasco, de ser los responsables de vulneración de
derechos humanos, reflexionen y aplíquense el cuento.
El señor PRESIDENTE: Señor Mardones.
El
señor MARDONES SEVILLA: Intervendré con brevedad. Señor Moratinos, con
toda cordialidad vuelvo a repetir que valoro su petición de disculpas
aquí y su reconocimiento expreso de que fue un desliz o un error en las
formas porque viniendo de usted que como miembro del cuerpo diplomático
las valora con mayor sensibilidad y se les tiene que exigir a un
miembro del cuerpo diplomático que además es ministro de Asuntos
Exteriores. Nosotros queremos aceptarlas en este tema que, como decía
antes, no se volverá a repetir porque estas polémicas tienen que tener
otra generación al respecto. Mi grupo de Coalición Canaria tiene en su
organigrama una acepción venezolana de residentes ausentes canarios con
nacionalidad española que viven en Venezuela y votan en las elecciones.
Lo que usted ha dicho nos satisface y creo que debe ser un compromiso
diplomático y tal como usted ha dicho literalmente: Venezuela merece
una relación intensa con España. De acuerdo, tendrá usted apoyo y
colaboración en esa línea. Con ese compromiso suyo de que Venezuela,
por estas razones que he expuesto, tiene que tener una relación
diplomática y comercial más intensa con España, mi grupo cierra y pone
punto final a esta polémica porque quiere mirar hacia delante,
regenerar todo el diálogo con la República Venezolana e ir hacia
delante en los intereses comunes que nos unen.
El señor PRESIDENTE: Señor Llamazares.
El
señor LLAMAZARES TRIGO: Vuelvo a reiterarle, señor ministro, mi
agradecimiento y el de mi grupo por su comparecencia por contarnos la
verdad y, por otra parte, por asumir su responsabilidad hasta el
límite. Hoy hay planteado encima de la mesa no solamente la disculpa
formal sino la disculpa de alguno de los elementos que el Partido
Popular interpretó, yo creo que ha llegado al límite. Pero no les vale,
señor ministro. Por una parte, todo apuntaba a que este viaje de Chávez
a España iba a terminar así. Cuando se hablaba de orangután; cuando se
insultaba al presidente legítimo de un país; cuando se está en una
escalada ?usted recodará la obra de teatro Quién teme a Virginia Woolf
- todo puede terminar como terminó, podría haber su intervención, o
podría haber sido cualquier otra cosa. Se tenía preparada una escalada
y esa escalada terminaba en la situación en que estamos hoy aquí. Usted
no ha satisfecho la posición del Partido Popular porque solamente lo
podría haber hecho de una manera: trayendo su cabeza en una bandeja. Yo
creo que eso no lo van a obtener de esta Comisión y de esta situación
que hemos tenido en el debate parlamentario.
Sí quería
aclararle alguna cosa al portavoz del Partido Popular. Yo esperaba que
el Partido Popular utilizara otro portavoz porque tiene el techo de
cristal, señor Arístegui, porque es que usted escribió unas cosas antes
y después del golpe. Yo me voy a limitar a leer algún párrafo, pero es
que no se sostiene, señor Arístegui. Quiero recordar para hablar de la
política de Estado en materia de política exterior la dificultad que
tiene en llegar a acuerdos de Estado en materia de política exterior
con un partido que se separa continuamente de los demás. Ayer mismo
después de un acuerdo de la Unión Europea con Irán el Partido Popular
presenta una iniciativa prácticamente para llevar a Irán al Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas, es decir, para aplicar la política más
extremista del departamento de Estado de Estados Unidos, no para
aplicar la política europea con relación al combate que todos tenemos
contra el armamento nuclear.
SeñorArístegui, usted ha dicho en
su intervención que el Gobierno venezolano no acusó al Gobierno
español. Tengo aquí algunos datos y le puedo dar los que quiera.
Rangel, ministro de Defensa entonces, el día 27 de noviembre: Incluso
la CIA señala que el Gobierno de Estados Unidos estuvo involucrado en
el golpe, en el que también estaba involucrado el Gobierno de José
María Aznar, según papeles desclasificados de la Central de
Inteligencia Norteamericana. No me diga que no hay por parte del
Gobierno venezolano una crítica al Gobierno español. Hay más cosas.
Usted dice que Cuba consideró al presidente Carmona, presidente. No es
cierto. Usted conoce también el comunicado del Gobierno cubano que dice
que es una falsedad la supuesta renuncia del presidente Chávez. Los
golpistas no han mostrado a la opinión pública el documento firmado por
el presidente sobre su renuncia. La junta golpista está violando la
Constitución porque de haberse legalizado la renuncia del presidente
Chávez, etcétera. Pero la última ?y siento tener que hacerlo en esta
intervención- es su opinión en relación con el golpe. Día 14, revuelta
popular en Venezuela, firmado Gustavo Arístegui: La revuelta popular
del jueves abre la puerta a la esperanza. (Risas.) Pero ustedes tienen
gran capacidad de cambio. El día 18 de abril cuando se frustra el golpe
dice usted: La vuelta al poder de Hugo Chávez supone el fracaso de una
revuelta popular tornada en golpe cívico militar. Deploramos, como lo
hacemos también desde estas líneas, el método empleado para tratar de
cambiar el rumbo político. (Rumores.)
El señor PRESIDENTE: Le ruego, señor Llamazares, que vaya acabando.
El señor LLAMAZARES TRIGO: Está clarísimo y no necesita más explicación la posición de su grupo parlamentario.
Señores del Grupo Popular, tienen ustedes un problema han venido acusando al Gobierno, salen ustedes de acusados. (Aplausos.)
El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Erkoreka.
El
señor ERKOREKA GERVASIO: No voy a repetir porque creo que es
innecesario, pero hago mías las palabras de los que me han precedido en
el uso de la palabra han hecho con relación a lo que fue durante la
pasada legislatura el recurso a las acusaciones delictivas en esta
Cámara, que desgraciadamente proliferaron y encerraron una enorme
gravedad en muchas ocasiones.
La sesión de hoy prácticamente
agota lo que da de sí el tema que ha convocado la comparecencia del
ministro, por lo menos con los datos que tenemos sobre la mesa. Si no
salen nuevos datos, ni nuevas informaciones probablemente este tema se
ha agotado. Después de haberse agotado el tema salgo probablemente más
preocupado de lo que he entrado en la reunión. Francamente ?lo digo
sinceramente, sin acritud- pensaba que frente a la relación de hechos
del ministro iba a oponerse una relación de hechos distinta y que
probablemente el resto de los que asistimos a la sesión con menos
información, de ese contraste de relaciones de hechos distintos,
podríamos alcanzar una valoración y una visión más ponderada de lo que
realmente ocurrió. Lo que he comprobado ya una vez concluida la sesión
es que no hay contraste de hechos, que los hechos que aporta el
ministro prácticamente van a misa, se tienen por definitivos, que
tampoco hay contraste en las valoraciones ajustadas a los hechos que el
ministro hace en relación con la valoración de lo que eran los
parámetros jurídicos de la Constitución venezolana que entraban en
juego aquí y que había que tomar en consideración a la hora de valorar
lo que estaba ocurriendo allá, tampoco eso se cuestiona. En todo caso
lo que suscita discrepancia es un juicio genérico a la hora de valorar
genéricamente lo que ha ocurrido. Pero eso es una valoración política
que está en manos del ciudadano y de la opinión pública a la vista de
lo que ha dado de sí la Comisión. Francamente le digo que salgo más
preocupado de lo que he entrado porque veo que la relación de hechos va
a misa y a mí me parece que es una relación de hechos que insisto, ya
lo he dicho antes, no dice mucho a favor de lo que era el compromiso
del Gobierno anterior con la difusión de los valores de la libertad y
de la democracia por el mundo. En este episodio, insisto.
El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Puigcercós.
El señor PUIGCERCÓS I BOIXASSA: Intervendré brevemente, señor presidente.
Podríamos
concluir con dos resoluciones de esta Comisión. En primer lugar, los
hechos son los hechos y como afirmamos en nuestra primera intervención
no hubo, por lo que tenemos aquí encima de la mesa y lo que hemos visto
y oído, una actuación directa del Gobierno español y de sus servicios
exteriores en el golpe de Estado, pero hubo una voluntad clara de
legitimar el golpe, legitimar al Gobierno ante otros gobiernos. No sólo
una voluntad, sino que hubo acciones, se tomaron decisiones y se
intentó influir a otros gobiernos de otros Estados.
Dicho
esto, esperábamos que el Gobierno popular aportara más documentación.
Ya vemos que es la constante que ayer vimos también durante once horas
en la Comisión de Investigación del 11 de marzo. El señor Aznar está en
un laberinto, es incapaz de salir del laberinto de sus errores y de sus
mentiras, pero lo que hemos visto hoy ha arrastrado al mismo Partido
Popular al laberinto. La situación y la actitud del Grupo Popular no
son de recibo para evitar esta situación. Hemos agotado, como ha dicho
el señor Erkoreka ya, el tema. No hay más a no ser que se
desclasifiquen más documentos de otras administraciones y podamos ver
quién tomo decisiones y en qué lugares se tomaron decisiones. Sin
embargo, ese no es el tema.
Finalmente, en lo de calumniar o
mancillar, que se quejaba el Partido Popular tenían que hacer examen de
conciencia, repasar hemerotecas y cómo su partido, el Partido Popular
durante ocho años sistemáticamente ha acechado y cercenado la
credibilidad de otros partidos o incluso de otros gobiernos, de otras
administraciones permanentemente, sin ningún escrúpulo. Cuando el señor
De Arístegui dice, él sabrá que es diplomático y conoce muy bien el
tema, que se pone en peligro la seguridad cuando aquí se destapa o se
explica la correspondencia entre el Gobierno y el servicio de
Exteriores y una Embajada, hay explicarlo y eso es lo que hay que hacer
en una Comisión. Si no, no acabo de entenderlo, a no ser que se
confunda permanentemente Estado y partido y que se crea que los
servicios exteriores y las embajadas tienen que estar al servicio del
partido, que según el artículo que se ha leído aquí parecería más esto,
que el cuerpo consular y el cuerpo de Exteriores tenía que estar al
servicio de las ideas de un partido político y no de un Estado que
representa los intereses de muchos ciudadanos españoles, canarios en
este caso, que vivían en Venezuela. Ya se ha visto muy claro. No se
dedicaron precisamente a buscar y a garantizar la seguridad de sus
ciudadanos, las consignas eran otras.
El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Jordi Xuclà i Costa.
El
señor XUCLÀ I COSTA: Pasemos página y la pasamos con algunas
conclusiones claras de este debate. Primera conclusión: el señor
ministro expresa que no quería decir en ningún caso que el Gobierno del
Partido Popular mostró un apoyo previo en la formulación y en la
conjugación de los distintos factores que dieron la salida al golpe de
Estado. Estrictamente a la luz de su intervención televisiva eso era
así y por esto le decía que la forma invalida el fondo y que su forma y
su contenido absolutamente insuficiente podían dar y han dado para una
semana de tensión política. Ahora tenemos una visión mucho más completa
de una situación que se ha convertido en un motivo de debate político
con algunas conclusiones muy claras. A partir de aquí podemos extraer
las responsabilidades políticas entre la contraposición de su
exposición y la argumentación del Grupo Popular. El Grupo de
Convergència i Unió pide que esta contraposición de argumentos y de
ideas se haga con precisión. Que no se convierta, como decía en mi
primera intervención, en un nuevo relato un poco barroco de la historia
del embajador Viturro, de don Pedro Carmona, del coronel Chávez y de
los artículos de algún portavoz de esta Comisión. Por favor, la
diplomacia española y la imagen exterior del Estado español sólo
necesitan un debate sensato entre lo que usted ha expuesto y algunos
otros, concretamente el Grupo Popular, pueden decir al respecto.
Podemos dar por cerrado este tema, podemos cerrar página. Hay algunas
conclusiones. Usted ha aportado información nueva. Tengamos todos,
especialmente quien tiene que hablar a partir de ahora, la
responsabilidad de conducir esto por los cauces oportunos y no
convertir esto en un nuevo motivo de divisiones insalvables en el
debate político español.
El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor De Arístegui.
El
señor DE ARÍSTEGUI Y SAN ROMÁN: En primer lugar, mi grupo parlamentario
y el Partido Popular quieren hacer patente su satisfacción por la
puesta en libertad, no exactamente, la concesión de una licencia
extrapenal para Raúl Rivero que, como saben ustedes, es revocable en
cualquier momento. En cualquier caso, exigimos al Gobierno de Cuba la
liberación no sólo de los cinco que ha liberado, sino de los 75 que
encarceló hace ya meses y los otros trescientos y pico que siguen en
las cárceles cubanas. También quiero recordar que el señor Rivero en
diferentes declaraciones en los medios de comunicación se lo ha
agradecido tanto a los gobiernos del señor Aznar como al del señor
Zapatero y es de justicia decirlo.
Señor ministro, sigue usted
en sus trece y gravemente. El objeto de esta Comisión no es el Partido
Popular ni el Gobierno del Partido Popular, es que usted se explique
aquí. Usted dice que esas explicaciones que usted ha dado ante esta
Comisión son suficientes, pero no las consideramos suficientes porque
no demuestran en absoluto lo que usted dice que ocurrió. Ya tiene usted
una merecida fama de haber dicho algún exabrupto que ya incluso está
acuñado, a mi juicio preocupantemente. Cuando usted acusa al Partido
Popular de ser el partido de la política exterior de la cañonera, y
además lo dijo en su primera comparecencia en esta Comisión, yo pensé
que era una frase más bien desafortunada de campaña electoral, pero no,
se reafirmó usted en ella aquí. También dijo usted en aquel programa de
59 segundos que los atentados del 11 de marzo se debían a la política
exterior del anterior Gobierno y, sobre todo con respecto a Irak, cosa
que se ha desmentido por algunos portavoces de su partido más adelante.
(El señor Moscoso del Prado Hernández: Lo ha dicho Zaplana.) Por entrar
en algunas cosas, la crítica al decretazo del Gobierno anterior fue muy
clara. Usted dirá que no, pero fue muy clara. Usted mantiene la
calumnia. Dice ahora que la política exterior de Estado tiene que pasar
página. ¿Cómo vamos a pasar página para que aceptemos toda su política?
¿Usted quiere que aceptemos toda su política radical, de la que ya
hablaremos esta tarde? (La señora Blanco Terán: Radical.) Radical.
Nadie duda que hubo golpe de Estado, señor ministro. Nadie ha dudado
eso jamás. Empezó como una revuelta popular harta ante la deriva
totalitaria del señor Chávez y fue secuestrado por unos abyectos
personajes que la convirtieron en un golpe. Eso lo hemos dicho y creo
que queda claro excepto en torticeras glosas que se hacen por otras
partes.
Dice que se dio instrucciones de apoyar el golpe, pero
después fue calentándose, como suele ocurrirle a usted. No ha
presentado ni una sola prueba de lo que usted dijo que hicimos de
apoyar, legitimar ex post facto ese golpe de Estado. (Rumores.) La
intervención del embajador de España siempre fue la de intentar evitar
el baño de sangre, intentar reclamar la vuelta a la institucionalidad
democrática con carácter inmediato, pedir que se respetase la
integridad física del presidente Chávez, etcétera. Sin embargo, usted
dice: pasamos del golpismo al apoyo, del apoyo al error de apreciación,
de ahí al error de gestión, de eso a no condenar. En otro momento dice
que condenamos tarde porque fuimos los últimos de Venezuela. Entonces
ya no es no condenar, sino condenar tarde. ¿En qué quedamos de todo
esto? Al final, cuando dice no condenaron, pero resulta que sí
condenamos? Le pregunto, ¿si ustedes no condenan todas las barbaridades
que se producen en el mundo significa que las apoyan, cuando ahora
reconoce que sí lo condenamos, pero dice usted que tarde? Le pregunto,
¿al final, en qué quedamos? No contento con quedarse ahí, va más lejos
y dice que estábamos implicados, está recogido en el "Diario de
Sesiones" en el golpe de Estado. ¿En qué quedamos? En golpista, en
apoyo, en falta de condena, en condena tardía, en implicados? El que
está aquí en cuestión es usted, no el Partido Popular ni el Gobierno
anterior, que le quede muy claro. Otra cosa, ¿la llamada del embajador
de Cuba al autoproclamado ministro del interior de esos momentos
implica un reconocimiento de las autoridades cubanas a las autoridades
de hecho venezolanas? ¿Eso es lo que implica? Creo que no, con lo cual
tampoco una intervención a instancias del embajador de España tampoco
puede ser considerado como un acto de reconocimiento. Está usted
criticando a un funcionario a sus órdenes cuando dice que no tuvo el
interés y la diligencia consular que debía haber tenido el embajador de
España. Eso es muy serio. (Rumores.) Además usted olvida que en Caracas
hay un consulado general y cuando usted ha mencionado ciertos
telegramas en los que obviamente no hay ninguna referencia a las
cuestiones consulares es porque seguramente esas comunicaciones salían
del consulado general.
Si usted quiere que se sepa toda la
verdad, ¿por qué no desclasifica o presenta usted -porque no están
clasificados- todos los telegramas, todo el tráfico de esos días entre
Madrid y Washington, entre Madrid y la Habana y entre Madrid y Caracas,
incluido el Consulado General, para ver si sus críticas, incluso a un
funcionario que no está aquí para defenderse, puede decir o no lo que
usted ha dicho? (Aplausos.- Varios señores diputados: ¡Muy bien! ¡Muy
bien!)
En cuanto a su afirmación, señor ministro?
El señor PRESIDENTE: Le ruego que vaya acabando, señor De Arístegui.
El
señor DE ARÍSTEGUI Y SAN ROMÁN: En cuanto a su afirmación sobre que el
Gobierno del Partido Popular intentó convencer a 19 Estados miembros
del Grupo de Río, está aquí presente el que era entonces secretario de
Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica que estaba en
esa reunión, y es rigurosamente falso que se intentara hacer eso, como
puede atestiguar quien estaba allí en ese momento. Es absolutamente
falso lo que usted ha dicho a ese respecto. Desde luego, le quiero
significar que todo lo que nosotros hemos dicho está apoyado por las
conversaciones y el análisis que hemos venido haciendo con personas que
tuvieron una altísima responsabilidad en el Gobierno anterior. Sigue
usted haciendo lo mismo en su segunda intervención, pero además
agravando las acusaciones de vez en cuando, por supuesto cambiando de
alegaciones: de falta de apoyo, de golpismo, de implicación, de no
condenar, de condenar tarde. Al final no sabemos en qué quedamos, eso
es evidente. (Rumores.)
El señor PRESIDENTE: Por favor.
El
señor DE ARÍSTEGUI Y SAN ROMÁN: Nadie bendijo el golpe, nadie del Grupo
Popular, ni del Gobierno anterior. Eso es falso. Usted pasará a la
historia de la democracia como el calumniador de partidos y de
gobiernos demócratas. (Aplausos.) Y nosotros pedimos su dimisión,
porque eso es lo único que dará satisfacción. Usted no es el
interlocutor que nosotros podemos reconocer como líder que pueda
encabezar la búsqueda de un pacto de Estado en política exterior; pura
y simplemente, no. (Varios señores diputados: ¡Muy bien!-Aplausos.)
El señor PRESIDENTE: Señor Estrella, tiene la palabra.
El
señor ESTRELLA PEDROLA: Señor Arístegui, en este libro al que he hecho
referencia hoy, Historia de la infamia, hay una capítulo que se llama
El impostor inverosímil; léaselo. (Risas.-Aplausos.)
Aquí se
ha dicho que la actuación del Gobierno anterior fue impecable. Hace dos
días, en esta misma sala, se decía que no se había producido ningún
error. ¿Cómo se iba a reconocer que se había producido algún error en
unas circunstancias tan dramáticas como aquellas, ni siquiera un solo
error? En la Escuela Diplomática, ¿qué les enseñan a ustedes?
(Rumores.) ¿Qué les enseñan en la Escuela Diplomática? ¿Hay que revisar
el curriculum? ¿Se les enseña que cuando se produce un golpe de Estado
lo que hay que hacer es enviar inmediatamente al embajador a visitar el
palacio presidencial en el que ha entrado el golpista a punta de
pistola para presentarse ante él y darle un saludo de parte del
Gobierno de la nación y decirle que respete las instituciones
democráticas, que por cierto hace media hora acaba de disolver?
(Risas.) Si eso se enseña en la Escuela Diplomática tenemos un problema
grave que tenemos que estudiar en esta Comisión. (Un señor diputado:
Sin duda.)
¿En la Escuela Diplomática se enseña lo que hay que
hacer cuando se está actuando en nombre de la Unión Europea o en nombre
propio ante un Gobierno ilegítimo, que ha llegado por la fuerza de las
armas, es hablar de él como el Gobierno de transición? Entiendo que eso
es un eufemismo para llamar a lo que en realidad era en otras
comunicaciones la Junta Cívico-militar, pero el Gobierno no se lo llamó
hasta después de que fracasar el golpe, porque el Gobierno no condenó y
el Partido Popular no condenó hasta después del fracaso del golpe. Por
eso lo que nos interesa saber aquí es qué pasó entre el 11 y el 14. Lo
que hicieran después nos da igual. ¿Cómo van a estar manteniendo
después que seguían apoyando a Carmona, si Carmona ya estaba huyendo?
(Risas.) ¿Cómo van a poder seguir apoyando a Carmona? Evidentemente,
no. Tienen que ir a normalizar otra vez la relación con el señor
Chávez, es lo más obvio.
Le voy a dar otro dato, que creo que
incluso fue publicado en el diario ABC. Es una nota oficial de la
Agencia Efe que no fue desmentida ni rectificada en ningún momento: El
presidente ofreció ayer al presidente provisional de Venezuela, Pedro
Carmona -fecha del día 13-, su disponibilidad y apoyo en sus esfuerzos
por asegurar el pronto retorno de la democracia a su país. Apoyar a un
golpista es apoyar una situación de golpe de Estado en un país,
llámenlo como quieran. Si lo que debemos decir como conclusión de todo
esto, tal y como enseñan en la Escuela Diplomática, debemos hablar de
una crisis -como decía el ministro- inadecuadamente gestionada,
erróneamente gestionada, si con eso cerramos la cuestión, hagámoslo
así. Ahora bien, si ustedes persisten, desde su incapacidad para
rebatir los argumentos que ha dado hoy el ministro y que han expresado
los distintos portavoces, en decir que se sienten ofendidos, que se
sienten dolidísimos, que su piel se ha visto herida y dañada, (El señor
Moragas Sánchez: La de España), que su piel, que es la de España
(Risas.), se siente herida y dañada y que, por eso, están dispuestos a
abandonar las instituciones. Nosotros no abandonamos las instituciones
cuando el que hoy es su portavoz en esta Cámara en el Pleno llegó a
calumniar diciendo que él hoy presidente del Gobierno, el Día de las
Fuerzas Armadas, no se había levantado, no había saludado a la bandera
española. Ahora están con otro cante, con la otra bandera, pero aquí
está el teletipo; calumnió y dijo que el señor Zapatero no se había
levantado al pase de la bandera española. Hombre, la sensibilidad tiene
un límite, la insidia tiene un límite, la infamia tiene un límite. Yo
les pido a ustedes que dejen ya de rebajar la calidad democrática, que
dejen ya de seguir con el calentamiento sistemático de la vida política
en este país, que dejen ya de hacer política exterior de talibanes, que
dejen ya de hacer política exterior de talibanes y que, por favor,
decidan ustedes qué es lo que quieren hacer en esa Comisión. Todos los
grupos parlamentarios presentes queremos trabajar, cada uno desde su
ideología, desde sus posiciones políticas, desde sus intereses, en
defensa de una política exterior de Estado. Hay 40 millones de
ciudadanos que mañana van a leer en los periódicos lo que hemos
expresado aquí, y si la conclusión es que tenemos esa voluntad de
construirla, bien venida sea; ahora, si ustedes persisten en eso, si
ustedes persisten en esa dirección, si ustedes persisten en seguir
agrediendo al Gobierno, pidiendo la dimisión del ministro, intentando
decir que todo fue impecable, que no se cometen errores, en esa
ceremonia de la confusión ustedes seguirán como acabaron la legislatura
pasada: solos en política exterior en la senda del señor Aznar, no en
la senda de la política de Estado que dice defender, y yo le creo, el
señor Rajoy.
Nada más, solo añadiré que, puesto que el señor
Arístegui se ha referido a la, llamémosle, liberación, a la libertad de
que disfruta el señor Rivero (El señor Moragas Sánchez:
Excarcelación.), a la excarcelación (Risas.) -con tal de llegar al
consenso en política exterior no tengo inconveniente en acercar el
lenguaje (Aplausos.)-, que, en aras de ese consenso, y puesto que hoy
está aquí el ministro, que es la persona que representa al Gobierno
ante esta Comisión, que rinde cuentas en nombre del Gobierno ante esta
Comisión, quisiera reconocer el papel que el ministro de Asuntos
Exteriores ha jugado en esa excarcelación. (Aplausos.)
El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor ministro.
El
señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Moratinos
Cuyaubé): Brevemente, para cerrar y pasar página. Ya he asumido mi
error, mis declaraciones desafortunadas y agradezco a todos los grupos
que se han expresado en cuanto al apoyo, a la voluntad de construir una
política exterior de consenso, sin crispaciones.
Agradezco a
la señora Begoña Lasagabaster, al señor Mardones, al señor Llamazares,
al señor Erkoreka, al señor Xuclà, al señor Puigcercós y, lógicamente,
al portavoz del Grupo Socialista todo su apoyo y su comprensión,
asumiendo, por lo tanto, el error que cometí y haciendo voluntad de que
no se repita en el futuro. Al señor Arístegui le diré -y vuelvo a
tenderle la mano- que creo que ha quedado demostrado que no es que yo
insista en mis trece, sino que son ustedes quienes no han sabido
aportar datos o recabar informaciones para contradecir la versión
objetiva, no la de Miguel Ángel Moratinos sino la del Ministerio de
Asuntos Exteriores, sobre cómo se desarrollaron los acontecimientos.
Por lo tanto, no es que esté en mis trece; las trece están en las
distintas informaciones y relato de los acontecimientos. Por lo tanto,
en esa voluntad de tender la mano le diré que lo único que he entendido
es que sobre el fondo están ustedes solos. (Varios señores diputados:
Diez millones de votos.) Porque la unanimidad de los otros grupos
reconocen, más allá de los 10 millones, que a la luz de las
declaraciones, el ciudadano español -porque creo que habrá suficiente
debate interno en el Partido Popular- sabrá analizar una realidad y la
realidad es como un golpe de Estado y la realidad es que se dieron
instrucciones desafortunadas. Acepten que fueron instrucciones
desafortunadas; desafortunadas incluso para tratar de acudir al
llamamiento de Cuba. Es verdad que me alegra escuchar que estaban tan
atentos a las atenciones cubanas, pero ¿cuál era el objetivo? Era
también trasladar al presidente Chávez y sacarlo, no decirle que se
mantuviese como presidente constitucional.
En cualquier caso,
los elementos son evidentes. El propio portavoz ha reconocido que el
decretazo era algo inaceptable y en esa entrevista en ningún momento el
embajador reclamó al presidente provisional Carmona que por favor
volviera y recuperase el marco constitucional, sino que habla en estos
términos: Espero que en el futuro podamos seguir trabajando en un marco
de consolidación democrática. En ese sentido -y creo que en esto me
entenderá, señor Arístegui-, las cuestiones en política y, sobre todo,
en diplomacia y en temas tan sensibles como son los reconocimientos de
gobiernos o de golpes, son el cómo y el cuándo. Y el cómo fue erróneo y
el cuándo fue posterior. Por lo tanto, vuelvo a insistir en que el
anterior Gobierno y los responsables de exteriores cometieron un error
de apreciación política y gestionaron desafortunadamente la crisis
diplomática en Venezuela. Podrán negarlo pero los hechos están ahí y
son contundes. El cuándo y el cómo del reconocimiento son fundamentales
en diplomacia y ahí se palparon tanto en el cómo como en el cuándo. Se
ha hablado mucho de política de Estado y se ha dicho que no se puede
llevar a cabo una política de consenso y de Estado porque no hay
capacidad de diálogo ni de entendimiento. Yo recuerdo lo que han sido
estos meses de trabajo como ministro de Asuntos Exteriores y cuántas
han sido las ofertas de política, de consenso y de acercamiento, no
solamente ya en la diplomacia parlamentaria -y aprovecho la ocasión
para señalar que me hubiera gustado que esta tarde todos los grupos
parlamentarios, incluido el Grupo Popular, me hubiesen podido acompañar
en un momento importante para el proceso de paz en Oriente Medio, pero
se negaron y luego, por razones internas y por otras, al parecer no va
a ser posible que me acompañen en una misión importante en Oriente
Próximo- sino que desde el inicio intenté aunar diplomacia
parlamentaria con mi misión y responsabilidad como ministro de Asuntos
Exteriores. Y no creo que haya ejemplos o comportamientos similares en
el pasado. Siempre he tratado de dialogar con el principal partido de
la oposición. Incluso llegamos a acuerdos cerrados en reuniones
preparadas, y por lo tanto anunciadas, y después del acuerdo asistí al
espectáculo de la denuncia y del no reconocimiento de ese acuerdo. (El
señor Arístegui y San Román: No, nunca.) O incluso en negociaciones
previas ante negociaciones complicadas como la de Gibraltar, se informa
a los grupos, se obtiene el acuerdo y después se puede éste se puede
abrir.
En cualquier caso, vuelvo a señalar que este
ministerio, este ministro y este Gobierno desean continuar en su
voluntad de pacto de Estado, de consenso y de defensa de la proyección
española en el exterior; una proyección española en el exterior en
defensa de los intereses españoles, no solamente de la imagen, aunque
la imagen es importante. La mejor imagen que puede dar un Gobierno
español es defendiendo las instituciones democráticas, los derechos
humanos y la consolidación de los países tanto en Iberoamérica como en
cualquier parte del mundo. (Aplausos.)
El señor PRESIDENTE: Se levanta la sesión.
Eran las tres de la tarde.
Fin