Estimado(a) ciudadano(a):
La función de representación, de alto valor constitutivo
para los parlamentos, es expresada normativamente y casi siempre de modo
explícito en los textos constitucionales, aunque de forma muy simple. Es
formulada así: "El parlamento representa a la nación o al pueblo".
Permanece en un nivel de abstracción que resulta, muchas veces,
incomprendido o sopesado en su real dimensión.
La función de representación es la base de todas las
demás funciones. El Parlamento representa una sociedad que es plural en su
estructura social, cultural, creencias, valores, opiniones políticas; y
traduce las características geográficas y demográficas de un país, la
posición ideológica y política de sus habitantes, así como las
características socio económicas. Además, cumple la función de caja de
resonancia de los principales conflictos, en la medida que es receptor y
canalizador de demandas, opiniones, peticiones e iniciativas políticas o
legislativas de los ciudadanos, organizaciones, grupos de interés y
organizaciones sociales.
El interés general que representa el Parlamento es una
abstracción si no se concreta en una comunicación permanente, real y
cotidiana entre representantes y representados. Relación que se
materializa en la permanente comunicación que establece cada Parlamentario
con la ciudadanía, las organizaciones, los gremios, las instituciones
públicas y privadas; y que pueden ser los contactos o reuniones sociales o
casuales que establecen los representantes, inclusive los fines de semana,
hasta las sesiones o audiencias que mantiene con los ciudadanos en sus
respectivos despachos.
Es la función que más tiempo y recursos le demanda a
cualquier parlamentario, y de su buena o mala gestión dependerá la
legitimidad del mismo.
|