Estimado(a) ciudadano(a):
Si bien es cierto que el voto obligatorio se aplica en
varios países, tal como lo señaláramos ayer, los defensores de esta tesis
consideran que no coarta la voluntad individual, ya que obliga al elector
solamente a participar en el proceso electoral, y que, incluso, esta
participación tiene un sentido cívico, pues aislarse voluntariamente
conduce a privarse del derecho de crítica del régimen establecido y de las
autoridades electas. Por ende, la abstención sería contraria al deber
cívico.
Sin embargo, existen argumentos en contra de esta
obligatoriedad, pues la libertad de votar implica también la posibilidad
de la no participación, por lo tanto, resultaría incompatible la
obligación de votar con la libertad de sufragio, es mas, algunos dirían
que votar en forma forzada es votar mal.
En relación a lo descrito, algunos especialistas
consideran que la abstención no debe combatirse sólo con procedimientos
que obliguen a votar al elector, sino fomentando desde los propios poderes
del Estado y de la sociedad civil una activa participación ciudadana en
los asuntos de interés público o colectivo.
De lo que se trata es de efectivizar una democratización
del sistema político, de los partidos políticos y de darle un sentido
efectivo y no sólo simbólico al derecho de sufragio. En otras palabras, el
sistema democrático debería lograr reducir el abstencionismo estructural a
través de mecanismos que faciliten el acceso de todos a participar del
proceso electoral, así como fomentar la participación activa de la
ciudadanía en la vida política.
Entérese si es
miembro de mesa y ubique su local de votación.
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